Queridos amigos:
La semana pasada tuve el privilegio de ser testigo de la libertad religiosa y la libertad de consciencia con casi 500 fieles en el edificio federal del centro de la ciudad de Madison. Esas manifestaciones han sido organizadas rápidamente en toda nuestra nación y sé que no todos los que podrían haber participado lo hicieron (o incluso supieron sobre estos eventos).
Los que pudieron congregarse allí, sin embargo, eran en su mayoría católicos (aunque no todos) y al estar allí estaban cumpliendo lo que el Concilio Vaticano II quiso decir cuando hablaba de la “misión de los laicos”, es decir, aplicar los estándares del Reino de Dios al mundo real.
Ese es el verdadero papel que la Iglesia estaba tratando de asignar a los laicos a través del Concilio Vaticano II: fieles que testimonien activamente al mundo de hoy, haciendo presente a la Iglesia hoy (algo opuesto a la idea de que la manera principal de ser un “católico” activo es tener distintos roles litúrgicos).
Las mujeres, hombres y niños reunidos en Madison la semana pasada estaban tomando la misión de laicos de la Iglesia, que es testimoniar la presencia santificadora de Dios en el mundo. Alentaría a que todos recordemos nuestro llamado a esa misión en nuestra vida cotidiana mientras miramos al futuro de nuestra nación.