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29 de julio de 2004

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"Bajo el Libro del Evangelio"

El regalo de los diáconos permanentes:
El Evangelio hecho completamente vivo

Ilustración del Libro del Evangelio abierto por encima de la cabeza del Obispo
Bajo el Libro
del Evangelio

+ Obispo Robert
C Morlino

Queridos amigos,

El viernes pasado el Señor envió una bendición abundante del Espíritu Santo a 20 hombres, los nuevos diáconos permanentes, ordenados para servir la Diócesis de Madison.

Esta fue la primera clase de los diáconos permanentes que se hayan ordenado para ofrecer servicio aquí. Estoy muy agradecido con el Obispo Bullock, Obispo Wirz, Kate Wiskus y la Hermana Marcia Vinje, especialmente a Monseñor Swain, y a todos que tuvieron un papel activo y generoso en la formación de ellos. Asimismo, estoy muy agradecido con sus esposas y familias que los han apoyado tan admirablemente durante este proceso y su continuo apoyo en el ministerio diaconal. Como hombre casado, el diácono necesita de una forma especial encontrar apoyo e integración para su ministerio en el contexto de su familia y mucho de eso depende de mujeres buenas y grandiosas.

Por lo tanto el agradecimiento va para todos, agradecimiento para los párrocos de estos 20 diáconos nuevos y otros sacerdotes que los han aconsejado, ayudado y apoyado; agradecimiento para sus amigos y amigos de parroquia, y en realidad a todos los creyentes de la Diócesis de Madison que le han dado la bienvenida al regalo de la fe que sea vivida hasta el punto de consolidar tales vocaciones al diaconado permanente.

No es la solución a la escasez de sacerdotes

Esta es la primera vez que les escribo acerca de los diáconos permanentes, y quiero que la primera cosa que yo diga acerca de eso sea lo siguiente: los diáconos permanentes no deben de ninguna manera ser vistos como una solución al problema de la escasez de sacerdotes. Aun si hubiera una súper abundancia de sacerdotes pareciera razonable que exista el ministerio de los diáconos y que practiquen en la Diócesis de Madison que me lleva al punto principal que deseo hacer en la columna de hoy.

Cristo, nos ha dado el sacramento de las Ordenes Sagradas, nos ofrece el regalo del espíritu que gobierna hacia sus apóstoles y sus sucesores, los Obispos. Cristo ofrece el espíritu de su propio sacrificio como sacerdote a aquellos llamados a ser sacerdotes en la orden presbiteral. Y como Cristo ofrece el espíritu para servir de Cristo a aquellos llamados al principio de la Iglesia, aun hoy en día Él ofrece este espíritu a aquellos que lo ha seguido.

Es muy importante recordar que San Esteban, el primer mártir, fue un diácono así como lo fue el valiente San Lorenzo. La presencia de Cristo es viva en las Ordenes Sagradas de la Iglesia a través del espíritu que gobierna de los Obispos, a través del espíritu de sacrificio de los sacerdotes, y a través del espíritu que se da como servicio. El diácono completa la presencia visible de Cristo en el sacramento de Ordenes Sagradas al ser una señal pública de Cristo el sirviente, de Jesús el diácono. El hecho que éste ministerio se había perdido y suprimido por muchos años en la Iglesia tiene muchas explicaciones, pero ninguna de estas explicaciones tiene que ver con la decisión de Cristo a darnos las Ordenes Sagradas del Diácono como una señal de Jesús el sirviente, Jesús el diácono. Por lo tanto en unión con los obispos y sacerdotes, el ministerio del diácono es mucho más apropiado en la diócesis porque es una manifestación de la mente de Cristo al instituir el sacramento de las Ordenes Sagradas.

El diácono llega a ser el Evangelio de Cristo

Todos aquellos que son llamados a ser sacerdotes u obispos ya han sido ordenados diáconos, y cuando uno es ordenado sacerdote u obispo después de haber sido ordenado diácono, el sacramento del diácono por lo tanto no se elimina. El regalo del Espíritu Santo en el diaconado, en el sacerdocio, en la orden de obispo, en cada caso imparte una señal o sello del Espíritu Santo en el alma del individuo lo cual cambia la persona ordenada al nivel más alto. Los diáconos recién ordenados han sido cambiados a un nivel más alto en la semejanza de Cristo el diácono, ellos son íconos de Cristo el sirviente. No están ordenados en el sacerdocio pero sí en el servicio.

Que significa eso? Quizás la mejor forma de recopilarlo es a través de las palabras de la liturgia cuando el diácono en su ordenación es presentado por el Obispo con el Libro del Evangelio. En ese momento, el Obispo dice, "Recibe el Evangelio de Cristo cuyo heraldo has llegado a ser. Cree lo que leas, enseña lo que crees, y practica lo que enseñes." Cree lo que leas, enseña lo que crees, y practica lo que enseñas - eso es, integrar la totalidad de su vida en el mensaje vivo del Evangelio lo cual ha llegado a ser. Que regalo tan increíble! El diácono tiene un sentido real de ser el evangelio de Cristo, no como palabras escritas en un libro sino como vivo y proclamado, como creyente y enseñado y practicado. Que misterio tan maravilloso e identificación mística de cada diácono con Cristo!

Si el diácono llega a ser el evangelio vivo, no hay campo para nada más en su ser. La vida de Cristo llena la parte espiritual del diácono. Esto de ninguna manera quita el papel de esposo o padre de familia porque entre más se llene de la vida de Cristo, mejor esposo y mejor padre de familia será, y claro entre más servicial entre la gente de Dios mejor será para él, porque el Evangelio vivo y bueno, no son simplemente palabras en un libro, sino se finaliza en la cruz.

El sirviente de Jesús el diácono se manifiesta completamente desamparo de la cruz. El diácono se ve a sí mismo llamado a ningún otro poder excepto al del Evangelio, lo cual en los ojos de este mundo parece débil, parecido al desamparo de la cruz. Es este sacramento del diaconado que primero se recibe en cada sacerdote y obispo además de aquellos que permanecen como diáconos permanentes. Por lo tanto a todos nosotros se nos enseña que el único poder que se merece tener es el poder del Evangelio, y el poder del Evangelio no es mas que nada que desamparo de la cruz. El ser la señal de Cristo el sirviente, el icono de Jesús el diácono, es estar satisfecho con el desamparo de la cruz como la única fuente de poder.

Señal de esperanza a lo que desampara

El punto final que me gustaría hacer hoy es buena voluntad al desamparo con Cristo crucificado hace que la persona ordenada el diácono sea una señal atractiva y bienvenida de esperanza a todo el desamparo de éste mundo por el cual Cristo tiene un amor preferencial y a quien el diácono es enviado en una forma especial. El servicio del diácono al mundo, en el altar, y de caridad, son siempre formas de comunicación el desamparo de la cruz a aquellos que están llamados a vivir de una forma u otra esa el desamparo. Cristo quiere que aquellos que están desamparados a sentirse especialmente cerca de Él más bien que tener desprecio por su desamparo. Él quiere que aquellos que están desamparados que sepan que ellos tienen un lugar especial en Su corazón. El diácono es enviado de una forma especial como un icono de Jesús el sirviente, Jesús el diácono, para llevarles este poderoso mensaje.

Mucha mas falta por decir con relación a la teología del diaconado permanente y acerca de los diáconos permanentes en un futuro cercano. Esto es simplemente el principio. Pero recemos y reflexionemos en el maravilloso regalo a la Iglesia del Señor como lo es el diaconado permanente, en este gran regalo que hemos recibido tan abundantemente en la Diócesis de Madison la semana pasada. Estemos llenos de gratitud. Tomemos cada oportunidad para expresar nuestra alegría, nuestras felicidades y nuestra profunda apreciación a estos 20 hombres y sus esposas que han tomado el riesgo de responder al llamado de Cristo "tirar sus redes en lo profundo para una pesca" Muchas gracias por leer este artículo. Que Dios los bendiga a todos. Bendito sea Jesucristo!


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