¡Feliz Año Nuevo a todos mis hermanos hispanos/latinos de la Diócesis de Madison!
Mañana 30 de diciembre celebramos a la Sagrada Familia, y en tan solo unos días recibiremos el año nuevo 2023 y celebraremos una solemnidad muy hermosa en nuestra Iglesia Católica, la Solemnidad de María, Madre Dios.
Que bendición cuando la Iglesia nos da a María como comienzo del año del calendario.
La valentía, la humildad, el celo evangelizador, el amor, y la ternura de María, la Madre de Dios, son dones y virtudes necesarias para crear un corazón nuevo, un espíritu nuevo y un yo nuevo en este próximo año que se avecina.
También continuamos disfrutando y celebrando la época navideña, caminando con María, José y el Niño Jesús durante los próximos días.
La Epifanía del Señor está ya cerca y los Santos Reyes Magos, guiados por la estrella de Belén, le ofrecerán al Niño sus ofrendas.
¡Qué días maravillosos de Navidad! ¡Qué alegría! ¡Qué paz!
Cuando nos preparamos para comenzar un año nuevo es fácil mirar atrás al pasado año y reconocer nuestras faltas, las metas que no cumplimos, las resoluciones que no terminamos, y el tiempo perdido.
Pero estos días nos permiten mirar con esperanza y fe el año por venir, con metas y resoluciones nuevas, con esperanzas, sueños y deseos nuevos, tomando en cuenta que a veces Dios coloca en nuestros corazones ciertas esperanzas para que sigamos Su voluntad.
Con la celebración mariana al inicio del año podemos rodear nuestros deseos y sueños con la voluntad de Dios a través de los lentes marianos de la Madre de Dios.
Miremos los dones y virtudes de la Virgen María para así buscar maneras de vivir similarmente a como nuestra Madre vivió.
Los dones y virtudes de la valentía, la humildad, el celo evangelizador, el amor y la ternura son ideales para cuando miramos nuestra vida y decidimos que algo tiene que cambiar o que debemos crecer en nuestras virtudes o relación personal con Dios.
La humildad, el amor y la ternura son virtudes tradicionalmente asociadas con la mujer y la maternidad, mientras que las virtudes de valentía y celo evangelizador son más tradicionalmente asociadas con el hombre y la paternidad.
Pero una mujer, la primera discípula y seguidora de Cristo, la Madre de Dios contiene todas estas virtudes. Ella es el mejor ejemplo y testimonio de fe que podemos seguir.
Cuando somos transformados o tenemos un momento de conversión, el discípulo arde con valentía y celo evangelizador por compartir con los demás todo lo que el Señor ha hecho.
Y cuando nos maravillamos por la grandeza de Dios, los milagros y bendiciones en nuestras vidas, nos rodeamos de humildad, asombro, gratitud, amor, y ternura hacia Dios y hacia los demás, porque sabemos que solos no somos nada y con Dios lo somos todo.
Este año cultivemos un nuevo yo con estas virtudes marianas, cada día, cada semana, cada tiempo litúrgico, con los hábitos de la santidad y del discipulado, sembrando nuevos caminos, nuevos retos y sueños que solo nos acercan al Padre, al Reino, a la Salvación, para que al final del año cuando miremos nuevamente hacia atrás reconozcamos solo las virtudes en vez del fracaso y el pecado.