Cada Miércoles de Ceniza, millones de católicos van a Misa y reciben cenizas sobre sus cabezas, mientras escuchan al sacerdote decir: “Polvo eres y al polvo volverás”. El poder de esta acción litúrgica nos impresiona con la brevedad y fragilidad de esta vida, en nuestro camino hacia la Casa del Padre en el Reino de los Cielos. Sin Dios, no somos nada, sino polvo y ceniza. ¡Con Dios, somos sus hijos amados, redimidos por Cristo y llenos del Espíritu Santo! La Cuaresma es un tiempo para que nos alejemos de nuestros pecados y practiquemos nuestra fe con mayor generosidad y fervor.