“Pero yo los volveré a ver, y sus corazones se regocijarán, y nadie les quitará su gozo” (Juan 16, 22). Esta promesa de Jesús en su discurso de despedida antes de Su Pasión y muerte es un momento notable de esperanza para los apóstoles y, de hecho, para todos nosotros. Sí, Jesús sufrirá una horrible crucifixión y una muerte prematura. Sí, Sus amigos serán destrozados por su abrumadora pérdida y su dolor. Pero contra toda expectativa humana, el Señor se levanta de la tumba para vivir para siempre, conquistando el poder aparentemente intratable del pecado y la muerte para todas las personas de todos los tiempos. Esta victoria épica del Hijo sobre el poder del Maligno es la fuente y el centro de nuestra fe pascual.
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Encontrando esperanza, sanando en la Resurrección
Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
En nombre de todos los sacerdotes de la Diócesis de Madison, y en nombre de todo mi personal, quiero ofrecerles mis sinceras y continuas oraciones en Pascua, en este tiempo de Resurrección.
Cada uno de ustedes cuenta con nuestras oraciones por su salud, seguridad, y por encima de todo, por una unión más profunda con Cristo. Les ruego, también, ofrecer sus oraciones de Pascua por nosotros, porque cada uno de nosotros y nuestra Iglesia ciertamente se basa en la necesidad de la oración. Quería compartir con ustedes unos cuantos pensamientos que ofrecí en la Vigilia Pascual este año.
Celebramos el Domingo de Pascua este año el 4 de abril, el día en el que Cristo fue resucitado de entre los muertos, el día en que cambió la historia para siempre. De alguna forma había esperado ver algunos grandes letreros y avisos en el Domingo de Pascua sobre cómo había sucedido la Resurrección de Jesucristo y cómo celebramos nuestra nueva vida el 4 de abril. ¡En vez de eso, todos los avisos me hablaban del lanzamiento del iPad el 3 de abril! Eso me dice –y les debe decir– algo significativo sobre la misión que Jesucristo pone en nuestras manos en esta Pascua y todos los días.
Camino a casa durante el tiempo de Cuaresma
Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
En primer lugar, permítanme agradecerles muy sinceramente por recordarme en sus oraciones durante mis vacaciones. Fueron días especiales para mí de amistad, especialmente con el Señor, y también de necesario descanso y recreo. He disfrutado esta temporada de mucha vida. Estoy seguro que en gran parte se debió a sus oraciones y, por supuesto, los recordé a todos ustedes en cada día.
Mientras me pongo al corriente, permítanme por favor compartir con ustedes, brevemente, mis pensamientos sobre la Cuaresma de este año que ya está cerca. Hubo recientemente un ataque de tiburón que terminó con la muerte de una persona. Uno de los expertos en tiburones que fue consultado dijo, al final de todo, lo siguiente: el océano es el hábitat natural de los tiburones y de otras criaturas marinas: no es el hábitat natural de los seres humanos y por lo tanto ingresar en él siempre conlleva cierto riesgo.