Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
La historia que hemos escuchado en el Evangelio del Domingo, la historia (como es llamada) del “Hijo Pródigo” es verdaderamente genial. Tengo un amigo obispo que siempre se refiere a ella, no como a la parábola del Hijo Pródigo, sino como la “parábola de los dos mocosos” (niños). En realidad, es exactamente eso.
Miremos brevemente al primer hijo. Refiriéndose a esta historia el pasado fin de semana, el Papa Benedicto habló sobre como, mientras los jóvenes crecen, se da en ellos un periodo de “dependencia infantil” de sus padres, durante el cual practican la “obediencia infantil”. Luego, en los años adolescentes, tienen la idea de que deben ser libres y más independientes de sus padres. Y luego cantan esa vieja canción “I gotta be free, I gotta be me”. (Tengo que ser libre, tengo que ser yo)