Esta columna es la comunicación del Obispo con los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia va más allá de la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
En todo momento, pero especialmente durante el mes de mayo, y especialmente cuando experimentamos ciertas pruebas, debemos mirar a María.
La situación en el mundo y en la Iglesia es muy difícil. Hay una gran cantidad de división, pero María es Nuestra Señora de la Esperanza, ella es la Madre de la Misericordia y ella es la más grande guerrera contra el mal. Ella es esas tres cosas y más.
María ancló su vida en la esperanza y la verdad
En primer lugar, cuando pensamos en la esperanza, debemos pensar en María. Ella ancló toda vida en la esperanza de algo que podría nunca haberle sido probado.
Ella ancló su vida en la verdad de algo que podría nunca haber entendido, ella enraizó su esperanza en eso y ese es el tipo de esperanza que necesitamos ahora porque lo que podemos entender lleva al desaliento.
Jesucristo es la esperanza que nunca decepciona y por su esperanza inquebrantable y su confianza en Él, María nunca fue decepcionada aunque sí tuvo días muy difíciles (nunca tan duros como al pie de la cruz).
Mirar a María para tener esperanza
Y así, a veces tenemos la tentación de perder la esperanza al mirar a nuestro alrededor, debemos mirar primero a María y pensar primero en ella, porque ella encarna (literalmente) la esperanza.
Porque ella acogió en su vientre a la Esperanza del mundo, ella es la encarnación de la esperanza y ya que vivió la Voluntad del Señor con perfecta confianza, aunque sin prever las cosas como Dios, se constituye en un gran ejemplo de esperanza.
Y ella es la Madre de la Misericordia. El Papa Francisco tiene razón, realmente necesitamos la misericordia en este mundo de hoy, de manera desesperada.
Nuestro mundo nos dice “¡Haz lo que quieras! Tienes carta libre para todo. No hay nada que sea bueno o malo, ¡solo hazlo!” Sin embargo, el mismo mundo es inmisericorde cuando la gente hace lo que no es políticamente correcto.
Cuando algo cruza la línea de lo políticamente correcto, no hay misericordia. No hay misericordia. Entonces necesitamos a la Madre de la Misericordia desesperadamente, la única que cargó la Misericordia en su vientre.
Necesitamos a la “guerrera”
Y el mal está creciendo y creciendo a nuestro alrededor. Necesitamos a la guerrera, la gran guerrera contra el mal que es María.
Ella es la que se encargó de aplastar la cabeza de la antigua serpiente con sus pies. Ella es la que con su alegría conquista al mal, la alegría de la Resurrección que brilla para todos.
Entonces, todo lo que vemos a nuestro alrededor, en términos de agitación del mundo, debe ser un recordatorio de lo importante que es acudir a Nuestra Señora cada día.
Recientemente, el Papa Francisco dijo que debemos todos rezar el Rosario todos los días. Tal vez ahora que lo dijo, ¡en realidad lo hagamos!
María como ejemplo
El mundo está sufriendo de muchas maneras y María sirve como ejemplo y como canal directamente hacia su Hijo, que le ofrece al mundo lo que le hace falta.
Ella es Nuestra Señora de la Esperanza, ella es la Madre de la Misericordia, ella es la guerrera que aplasta la cabeza de la Antigua serpiente. La necesitamos en nuestra vida actuando de esa forma cada bendito día.
Durante mayo y en este año, volvamos a María, Nuestra Señora de la Esperanza y Madre de la Misericordia, ella que aplasta la cabeza de la antigua serpiente, pidámosle su intercesión, su perpetua ayuda y su consuelo.
Gracias por darse el tiempo para leer esto. ¡Alabado sea Jesucristo!