Esta columna es la comunicación del Obispo con los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia va más allá de la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
Siempre es extraño preparar una columna sobre este tema para el Catholic Herald.
Mientras escribo, es lunes y acabamos de comenzar la Semana Santa. Cuando este número llegue a sus hogares, será probablemente Jueves Santo pero será la “edición de Pascua”. Acabamos de vivir el Domingo de Ramos, cuando hemos cantado con alegría “¡Hosanna!” y Jesús ha entrado triunfante en Jerusalén.
Entonces, ¿debería reflexionar sobre esos momentos de gloria mundana? ¿Debería alegrarme con todo el gusto de la Pascua, sabiendo que leerán esto con el brillo de esos días? ¿O debería considerar la oscuridad de la Pasión y la Muerte de Cristo, considerando que podrían leer esta columna el Jueves o el Viernes Santo?
Claro que no será el fin del mundo si escojo alguno de estos temas, y el tema tampoco es la tensión de tener que escribir esta columna.
Vivimos en un mundo de tensión
Sin embargo, reflexiono sobre esto porque ciertamente vivimos en tensión día tras día.
Para nosotros, la vida de Cristo, Su pasión, Su muerte y su resurrección a la nueva vida están presentes todo junto.
Seguimos experimentando las cruces de nuestra propia vida: seguimos experimentando los resultados del pecado original y nuestros propios pecados, y seguimos experimentando el sufrimiento y la muerte: incluso mientras nos alegramos al saber que Jesucristo ha conquistado al pecado, al sufrimiento y a la muerte.
Es esta tensión constante de la victoria de Cristo la que “ya se ha logrado”, “pero aún no”. Estamos llamados a reflexionar sobre esta realidad día tras días, y hacemos eso especialmente los domingos casa semana, y lo hacemos de manera sin igual en la Vigilia Pascual.
Cristo gana la victoria al transforma el tiempo
El Sábado Santo, la Vigilia Pascual tiene todo que ver con que Cristo resucitado ha logrado la victoria, la ha obtenido y nos ha transformado transformando el tiempo: sí, el tiempo.
El tiempo es como el aire que respiramos. Lo damos por descontado.
Pero ¿qué pasaría si “no hubiese tiempo”? El Sábado Santo es el día que nos desafía a preguntarnos ¿para qué tengo tiempo y para qué no? En medio del uso cotidiano del tiempo, ¿recuerdo que todo el tiempo Le pertenece porque Él ha transformado todo el tiempo?
¿Qué se dice apenas comienza la liturgia del Sábado Santo? El sacerdote comienza la liturgia encendiendo el nuevo fuego de la Pascua, escribiendo en el Cirio Pascual y diciendo “Cristo ayer y hoy, el principio y el fin, el alfa y la omega. A Él le pertenecen todos los tiempos y edades. A Él pertenece la gloria, por los siglos de los siglos. ¡Amén!
Todo eso es sobre el tiempo. Ayer, hoy, el principio y el fin, el alfa y la omega. “A Él le pertenecen todos los tiempos y edades”. Todo el tiempo le pertenece ahora a Jesucristo, y es debido a la Resurrección de Cristo, que lo que llamamos “tiempo ordinario” ha terminado.
El mundo como lo experimentan todos los hombres y mujeres desde la expulsión de Adán y Eva del Paraíso ha cambiado. (Por eso litúrgicamente no deberíamos llamar a los domingos “Domingos del tiempo ordinario”. La Resurrección puso fin al Tiempo Ordinario y por eso la celebración de la Resurrección los domingos no debe ser considerada “Tiempo Ordinario”. Espero que algún día podamos cambiar eso).
El Tiempo no es ordinario
El tiempo no es ordinario. Jesucristo resucitó de entre los muertos para redimir el tiempo y para hacer el Suyo. “A Él le pertenecen todos los tiempos y edades”.
Entonces, en la Resurrección de Jesucristo, todo el tiempo ¡le pertenece a Él y no a mí! El tiempo que se me ha dado es en realidad Suyo, y debe ser tratado con gratitud y usado con el conocimiento de que es todo Suyo. Ese tiempo, que es como el aire que respiramos, es Suyo. Nuestro ser, que está en el tiempo, se llena con el poder de la resurrección de Jesucristo. Tan cercano es el aire que respiramos como el tiempo. Y es todo suyo.
¿Pero tratamos al tiempo como si fuera todo Suyo?
Cuando miro mi agenda tengo que preguntarme: ¿creo en la Resurrección? ¿Creo que todo el tiempo Le pertenece? ¿Especialmente cuando tengo tiempo libre?
Ciertamente no soy perfecto en esto – ni siquiera cerca – y si vemos a nuestro alrededor nos daremos cuenta de que el resto del mundo tampoco lo es.
Si vivimos como si todo el tiempo le perteneciera a Jesucristo, el mundo ciertamente se vería diferente. Imaginen si ofreciéramos tiempo al otro, para servir y amar al otro, como si todo el tiempo le perteneciera a Jesucristo. Y sin embargo la mayoría en el mundo vive como si todo el tiempo le perteneciera a ellos mismos.
Todo el tiempo le pertenece a Él
¿Cómo se ha llegado al punto en el que tres cuartos de los que se dicen católicos no van a Misa el fin de semana? ¿Cómo pasó que eso es así ahora?
¡Todo el tiempo le pertenece a Él! Tres cuartos de los católicos dicen que “¡me pertenece a mí! Y planearé cada fin de semana alrededor de mi juego de golf… Planearé cada fin de semana alrededor del juego de los Packers… ¡Planearé cada fin de semana alrededor del juego de los chicos!”
Les enseñamos ahora a los niños pequeños que los domingos son para los deportes. Está bien el descanso los domingos – es importante – pero el descanso se ha convertido en un bien y debido a todos nuestros compromisos, los domingos se han convertido en algo más frenético que relajante.
La opción está ahora allí: puedes ir a Misa o al béisbol, puedes ir al fútbol, a la práctica… No es simplemente que hayamos olvidado que todo el tiempo le pertenece a Jesucristo, sino que hemos olvidado ¡que cualquier tiempo le pertenece! Y cuando la gente hace eso, lo que dicen es “¡No me importa la Resurrección! ¡El tiempo no es suyo sino nuestro!”
Todo el tiempo Le pertenece y si vivo como si no fuese así, entonces realmente no “entiendo” la Resurrección. Y San Pablo dice que si no entiendo la Resurrección entonces mi fe es vana.
Tómese el tiempo para las liturgias sagradas
Pero no tiene que ser tan drástico como no ir a Misa nunca.
Para todos nosotros, existe la tentación de olvidar que todo el tiempo le pertenece a Él. Entonces en este tiempo de Pascua los desafío a reflexionar sobre cuánto vivimos como si todo el tiempo le pertenece a Jesucristo.
Si está leyendo esto antes del Santo Triduo Pascual (Jueves Santo, Viernes Santo y Sábado Santo) los desafío a tomar parte en las liturgias sagradas y a invitar a otros a sacrificar tiempo para hacerlo: ¿aunque sería en realidad un sacrificio?
Todo el tiempo que tenemos ahora le pertenece a Jesucristo: ¡Ä Él la gloria por los siglos de los siglos! Alegrémonos en la realidad a la que Él ahora nos invita a vivir y a aprovechar en este tiempo, ¡que ha sido conquistado por Él!
Les envío a ustedes y a sus seres queridos mis esperanzas de un tiempo de Pascua lleno de alegría. Gracias por leer esto. Que Dios los bendiga a cada uno de ustedes. ¡Cristo ha resucitado! ¡En verdad ha resucitado! ¡Aleluya!