La oración es ese “espacio” (inexplicable en palabras) en el que, por la Gracia Divina, podemos tener un encuentro sobrenatural, una conversación con ese Dios omnipotente, pero a su vez misericordioso que nos ama infinitamente. Es un hermoso encuentro entre lo temporal y lo eterno; entre lo terreno y lo divino. Afirma Santa Teresa de Ávila que la “Oración, a mi parecer, no es otra cosa que trata de la amistad con Aquél que sabemos que nos ama”. San Agustín nos dice que “la oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él”. Santa Teresa del Niño Jesús en su ternura nos ilustra: “para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría”.
La Oración en Cuaresma:
En este “largo retiro” de cuarenta días; siempre orientado a vivirlo con una firme intención personal de arrepentimiento, de conversión, de penitencia, de preparación; la oración es la actividad primordial en el cual se puede transitar con éxito ese difícil y accidentado camino que se debe recorrer durante cada Cuaresma.
En tiempos “normales” de Cuaresma, nuestra Madre Iglesia nos invita a aumentar nuestra rutina de oración a través de iniciativas que nos puedan ayudar a mantener a Dios en el centro de nuestras vidas. La meditación de pasajes de las Sagradas Escrituras, diversos ejercicios espirituales, adoraciones frente al Santísimo, charlas cuaresmales, retiros espirituales, entre otros, son ideas con las que nuestra Iglesia nos exhorta a complementar nuestras oraciones en cada tiempo cuaresmal.
La Oración en la Cuaresma 2022:
En esta singular cuaresma del año 2022; signada por acontecimientos que tienen conmocionada a toda la raza humana; sería ideal que adaptáramos el ritmo de nuestras oraciones al ritmo solicitado por Su Santidad Papa Francisco, quién en uno de sus ruegos, nos dice “No nos cansemos de orar. Jesús nos ha enseñado que es necesario ‘orar siempre sin desanimarse’ (Lc 18,1). Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa. Con la pandemia hemos palpado nuestra fragilidad personal y social. Que la Cuaresma nos permita ahora experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin el cual no podemos tener estabilidad. Nadie se salva solo, porque estamos todos en la misma barca en medio de las tempestades de la historia; pero, sobre todo, nadie se salva sin Dios, porque solo el misterio pascual de Jesucristo nos concede vencer las oscuras aguas de la muerte”.
Como fieles servidores, asumamos con amor y entrega en esta cuaresma tan especial ese “no nos cansemos de orar” de nuestro Papa. Roguemos en coro con él para que reine el amor, la justicia y la paz en el mundo. Hagamos eco, todos los días de esta cuaresma, de la petición que él mismo le hace a nuestra Madre Virgen: “Que la Reina de la Paz preserve al mundo de la locura de la Guerra.”
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Este artículo ha sido escrito por Edgar Martínez, miembro de la Parroquia Santo Tomás de Aquino en Madison. Edgar se encuentra en formación del diaconado permanente para la diócesis de Madison y es miembro del Consejo Pastoral Diocesano y del Consejo Asesor de Ministerio Hispano para la diócesis.