Acabamos de pasar los seis meses desde que Into the Deep comenzó formalmente en toda la diócesis, un cambio más notablemente marcado por el cambio de sacerdotes y en los horarios de las Misas el 1 de julio de 2023.
Este tiempo ha sido de desafío, adaptación, y ajuste para nuestros sacerdotes, diáconos, personal parroquial y escolar, y fieles laicos.
Estoy agradecido y complacido por el espíritu generoso, el trabajo arduo y la generosidad sacrificada que tantas personas ofrecieron durante la fase inicial de la implementación de este ambicioso plan estratégico.
Cambiando las estadísticas
Dado que es bueno revisar la visión y el propósito de proyectos de este tamaño, para renovar nuestra comprensión de por qué estamos haciendo todo esto, permítanme volver a los datos originales que nos dijeron en 2022 que el número de Bautismos, Matrimonios, Primeras Comuniones, la asistencia a Misa y los niños matriculados en la catequesis en nuestra diócesis habían experimentado una caída precipitada en los últimos 10 años.
Lanzamos Vayan y Hagan Discípulos en 2020 para renovar nuestra comprensión del Evangelio y la urgencia de la evangelización, mientras creamos oportunidades para equipar a nuestra gente para profundizar su propia fe y compartirla con los demás.
Queremos cambiar estas estadísticas en declinación.
Entendiendo que solo podemos hacer realidad la visión de Vayan y Hagan Discípulos si adaptamos las estructuras de nuestra diócesis y parroquias para pasar del mantenimiento a la misión, hemos emprendido este ambicioso esfuerzo, Into the Deep, para realinear a nuestros sacerdotes, líderes laicos, parroquias, y recursos para ser más ingeniosos y estratégicos, buscando renovar los cimientos de nuestra diócesis para las próximas décadas.
En última instancia, estamos pasando de 103 parroquias a solo 30 y de 62 párrocos a 30, sin cerrar inicialmente ningún edificio de la iglesia, pero buscando racionalizar y unificar los muchos aspectos de la misión, el ministerio, y la función de la Iglesia.
Bendiciones y retos
Seis meses después de nuestros esfuerzos, ofrezco aquí algunas bendiciones y desafíos que han surgido en este ambicioso proceso.
Siendo una persona llena de esperanza, comenzaré primero con las bendiciones.
Después de muchos años de disminución constante, la asistencia a Misa en toda la diócesis aumentó más del cuatro por ciento el año pasado.
Confío en que este aumento continuará mientras buscamos evangelizar, catequizar e invitar a los católicos a regresar al significado central y al poder de la Eucaristía.
Con una reducción en el número de Misas, muchas personas han comentado sobre el impacto de adorar en una iglesia llena: La vitalidad de la música, el volumen de las voces de los fieles al responder, la sensación de fortaleza y apoyo que recibimos unos de otros en oración.
Otros han comentado favorablemente sobre experimentar otras iglesias, ser parte de una comunidad más grande que antes, disfrutar de la rotación y variedad de sacerdotes en su pastorado y conocer las bendiciones y las personas de otras comunidades.
Nuestros sacerdotes ahora trabajan en equipos, no celebran más de tres Misas por fin de semana, muchos eligen vivir juntos, todos se unen en oración y compañerismo, y sienten el apoyo y la ayuda de los demás.
Como equipo, pueden compartir más fácilmente sus dones entre sí y con las personas a las que sirven.
Con menos párrocos, los vicarios parroquiales tienen más tiempo y energía para el trabajo sacerdotal que desean realizar.
Este enfoque de equipo sacerdotal es un ajuste significativo para nuestros sacerdotes y estoy agradecido por su generosidad y disposición para acoger una dinámica tan nueva.
El personal parroquial ahora puede compartir programas, mejores prácticas y sabiduría común en todo el pastorado e idealmente, ahora habrá más recursos disponibles para invertir en el personal necesario para impulsar la evangelización, la formación, la catequesis, el servicio caritativo, y el ministerio juvenil.
La diócesis ofrece un servicio de contabilidad centralizado a las parroquias, que deja la autonomía legítima a las parroquias, pero elimina errores de duplicación y gastos innecesarios.
¿Cuáles son los retos? La distancia física en muchos pastorados puede resultar desalentadora para los sacerdotes y el personal.
Los sacerdotes y el pueblo necesitarán más tiempo para conectarse y unirse entre sí como una comunidad unificada.
Los sacerdotes ahora mismo se encuentran en un período de enorme ajuste y adaptación, conociendo los múltiples detalles de cada parroquia.
Algunas personas están de duelo por la pérdida de un párroco querido, de su Misa favorita, y de las personas que conocían bien en esa Misa.
El personal laico se ha jubilado o dimitido, creando presión sobre los que permanecen, ya que sostienen los numerosos eventos y programas parroquiales, especialmente en las áreas de catequesis y formación.
Algunos están preocupados por las finanzas y cómo se unificarán los recursos de cada parroquia actual en la nueva realidad.
Tanto el liderazgo diocesano como parroquial continuarán elaborando estrategias y adoptando nuevas ideas y posibilidades para resolver estos desafíos.
Confianza en el futuro
Sería ingenuo pensar que un proyecto de tan largo alcance y estratégico como Into the Deep podría desarrollarse sin algunos problemas y desafíos.
Sin embargo, yo y muchos otros en toda la diócesis tenemos confianza en la Divina Providencia y la obra del Espíritu Santo en este tremendo esfuerzo.
Tenemos una oportunidad única y preciosa de renovar la misión y las estructuras de nuestra amada Iglesia local para que no simplemente perduremos o mantengamos lo que tenemos, sino que, de hecho, florezcamos y crezcamos a medida que avanzamos con valentía para hacer discípulos, para predicar el Evangelio a toda criatura, y a Bautizar en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Nuestras iniciativas tendrán éxito y darán frutos más allá de nuestra imaginación si cada uno de nosotros permanece fiel a nuestra vocación bautismal y mantiene la mirada fija en Jesucristo, ¡quien es nuestra única esperanza!