RÍO DE JANEIRO (CNS) — Cientos de miles de personas vitoreando recibieron al papa Francisco en Brasil el 22 julio mientras comenzaba el primer viaje internacional de su pontificado a su región natal de América Latina.
El avión papal aterrizó en el aeropuerto internacional de Río a las 3:43 p.m. hora local y el papa emergió de este 18 minutos más tarde con los vítores de un grupo relativamente pequeño que incluyó un coro de niños.
Después de intercambiar saludos con la presidenta brasileña Dilma Rousseff y otros dignatarios durante 15 minutos, el papa se subió a un compacto Fiat Idea de fabricación brasileña para el viaje hasta el centro de la ciudad acompañado por vehículos de seguridad y helicópteros sobrevolando.
En algunos puntos la caravana fue separada por nada más que una franja intermedia de los viajeros comunes de la hora de tránsito más intensa. Según el automóvil del papa se acercaba al centro, él pasó grupos cada vez más grandes de personas paradas, vitoreando y saludando. Unos 20 minutos desde el comienzo del viaje, grupos de personas comenzaron a presionar contra el vehículo extendiendo las manos para tocar al papa y tuvieron que ser empujados hacia atrás por el personal de seguridad. En una ocasión la multitud detuvo brevemente el vehículo y el papa emergió para besar a un bebé.
Aparentemente intentando evitar las multitudes, la caravana se convirtió en un tramo del tránsito ordinario. Poco después el automóvil papal se vio atrapado repetidamente entre los vehículos y las multitudes. Los oficiales de seguridad podían verse empujando vigorosamente a los espectadores que extendían sus manos para tocar al papa.
El trayecto de 13.2 millas tomó 44 minutos.
En la catedral de la ciudad el papa abordó un papamóvil abierto. Acompañado por el arzobispo Orani Tempesta de Río, él hizo un circuito de 25 minutos por las calles del centro. Las multitudes contenidas detrás de barreras policiales vitoreaban y saludaban mientras confeti llovía sobre el papa, quien ocasionalmente se detuvo a besar a algún bebé o niño pequeño.
El brasileño Fernando Samapio dijo que trajo a sus tres hijos, Miguel de 6 años de edad, Gabriel de 8 y Pedro de 10 para ver al papa Francis y dijo que también los llevaría a los eventos de la Jornada Mundial de la Juventud en la playa Copacabana. La familia también está alojando peregrinos de Croacia, Francia y México.
Samapio dijo que el papa Francisco “quiere renovar la iglesia y me gusta por su humildad y preocupación por los pobres”.
Mercedes Maunier, de 18 años de edad, y Emilia Ruiz de 19, de La Plata, Argentina, dijeron que se dirigían hacia la catedral para la Misa de 6 p.m. para los argentinos.
“Estoy muy orgullosa de ser argentina en este momento, pero creo que el papa ayudará a jóvenes de todo el mundo”, dijo Maunier.
?Wanda Araujo, de 83 años de edad, llamó la visita “una bendición para todos nosotros”.
“Estábamos en necesidad de un ‘papa de la gente’”, dijo ella. “Los europeos no saben realmente cómo es vivir en América Latina”.
Apenas días antes del viaje el papa Francisco tomó la decisión de circular por el centro de Río de Janeiro de modo que, como dijo el arzobispo Tempesta, el papa pudiera estar “cerca de la gente”. La decisión ejemplifica la espontaneidad que ya se ha convertido en una cualidad distintiva del joven pontificado del papa Francisco.
El gobierno ha provisto mayor seguridad para la visita papal con más de 28,000 oficiales de policía asignados a la semana de eventos que culminan en la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud.
Mientras el papa visitaba la ciudad la televisión brasileña informó que durante la mañana del 21 de julio la policía encontró una bomba casera dentro de un sanitario en el santuario de Nuestra Señora de Aparecida, el cual el papa estaba programado a visitar el 24 de julio.