El sentido de nuestra vida está atado a la historia de amor de Dios por su pueblo. Dios nos hizo a cada uno de nosotros para amarlo a Él y unos a otros, para estar en una relación eterna con el Señor.
El pecado y la muerte destrozaron el plan original de Dios, pero Él nunca se dio por vencido con nosotros.
Él nos envió a Jesucristo, quien, por Su vida, ministerio, muerte en la cruz y resurrección, perdona nuestros pecados y nos lleva a la vida eterna.
Cuando esta asombrosa Buena Nueva — somos eternos, creados para Dios, perdonados y salvados en Cristo, llamados a vivir por amor — llena nuestras cabezas, corazones y almas, llegamos a conocer nuestra identidad, propósito y destino. Somos hijos amados de Dios, llamados a amar al Señor y llevar a Jesucristo a todos los que conocemos, y destinados a vivir para siempre en el reino de los cielos.
La Iglesia Católica nos cuenta la historia de nuestra salvación, nos lleva a Jesús a través de los sacramentos y nos envía como testigos del Evangelio.
Durante los últimos tres años, la Diócesis de Madison, a través de nuestra iniciativa “Vayan y hagan discípulos”, se ha comprometido con la misión de la Iglesia con renovado fervor y energía: proclamar el Evangelio a todos, hacer discípulos y desarrollar la práctica de la fe.
Esta tarea es la obra de la evangelización. Los líderes de la iglesia y los fieles laicos han estado orando juntos, estudiando las Escrituras, bebiendo profundamente del Espíritu Santo y formando pequeños grupos de fe, para que toda la Iglesia esté mejor equipada para invitar a todos a esta relación salvadora con el Señor.
He visto grandes frutos de estos esfuerzos iniciales. Imagínese si todos los católicos bautizados simplemente fueran a Misa todas las semanas, oraran todos los días, confesaran sus pecados todos los meses y realizaran alguna forma de penitencia. ¡Estas acciones simples cambiarían el mundo!
A medida que continuamos buscando vivir la misión de Cristo de manera más ardiente y fructífera en la Diócesis de Madison, debemos renovar y re imaginar nuestras estructuras, instituciones, recursos y métodos. Si adoptamos una misión visionaria sin transformar los ligamentos de soporte esto limitará la posibilidad de éxito.
El solo cambiar de estructura sin renovar el compromiso con la misión es simplemente mover los muebles de sala. “Vayan y hagan discípulos” es nuestro esfuerzo para vivir la misión de Cristo.
“Into the Deep” es nuestro plan estratégico para hacer que esa visión cobre vida en el poder del Espíritu Santo.
En colaboración con Partners Edge, LLC, un grupo consultor católico profesional, hemos profundizado en los datos de nuestra diócesis, tanto en hechos y tendencias internas de nuestro ministerio como en la demografía más amplia de nuestros once condados. Nuestros descubrimientos son inquietantes y exigen una respuesta urgente y audaz.
Tan solo en la última década, aquí en la Diócesis de Madison, el número de personas que asisten a Misa, celebran bautizos y matrimonios e inscriben a niños en programas de catequesis ha reducido drásticamente.
Con gratitud a Dios, nuestro número de sacerdotes y el número de inscripciones escolares en escuelas católicas se mantienen relativamente estables. Tenemos escasez de personas, no de sacerdotes.
Nuestros antepasados construyeron generosamente nuestras parroquias y escuelas existentes para transmitirnos la fe católica y sabemos que las instituciones que crearon sirvieron notablemente bien durante generaciones.
La mayoría de los católicos celebraron los sacramentos, criaron a sus hijos en la Iglesia, apoyaron los esfuerzos caritativos de su parroquia y participaron en la vida de su comunidad local.
Miles de miembros generosos y santos de nuestras parroquias continúan haciéndolo.
Sabemos, sin embargo, que esta vitalidad está disminuyendo rápidamente. Cada vez más jóvenes no se identifican con ninguna religión, mientras que vemos el secularismo y el agnosticismo destruir nuestra cultura. Si las tendencias actuales continúan, para el 2070 menos de la mitad de la población de los EE. UU. se identificará como cristiana.
No podemos seguir haciendo las cosas de la misma manera y de alguna manera esperar resultados diferentes.
Recalibrando nuestras estructuras, unificando nuestros recursos, uniendo a nuestros sacerdotes y líderes laicos de nuevas maneras, aumentaremos la fecundidad espiritual de nuestra misión, la disponibilidad pastoral de nuestros sacerdotes, la energía animadora de nuestras parroquias y la eficiencia práctica de nuestras instituciones.
Tendremos menos Misas con asistencia mínima. Nuestros sacerdotes tendrán más energía y menos estrés. Gastaremos más tiempo y dinero en nuestra gente que en nuestros edificios.
No estaremos trabajando en un aislamiento relativo, sino como una comunión de discípulos enviados en la misión de Jesucristo.
Para lograr este fin, nos proponemos unificar nuestras 102 parroquias en 29 pastorados, cada uno de los cuales constará de varias parroquias unidas con un párroco y al menos un vicario parroquial.
En el transcurso de algún tiempo, estas parroquias se convertirán en una nueva parroquia, con un equipo unificado de sacerdotes, personal laico, un horario de Misas completo y otros sacramentos, un consejo pastoral y financiero, y una concordancia de todos los aspectos de la vida parroquial.
Esta unificación no significa que la mayoría de nuestras iglesias actuales cerrarán.
Lo más probable es que cada parroquia tenga más de una iglesia para atender las necesidades de nuestra gente.
Este proceso significa que cada nueva parroquia buscará estratégicamente sus recursos para discernir cómo utilizarlos mejor para el bien de la misión.
En ese proceso, lo más probable es que cerremos al menos algunos edificios de la iglesia.
Todo este esfuerzo concentrado es para asegurar la salud espiritual, la viabilidad comunitaria y la sostenibilidad práctica de nuestra diócesis, la amada Iglesia local a la que estamos orgullosos y felices de llamar hogar.
El cambio nunca es fácil, pero estoy seguro de que, si no tomamos medidas audaces ahora, la demografía que está disminuyendo nos obligará a hacerlo dentro de diez años.
Preferiría tomar decisiones estratégicas con una fortaleza relativa ahora que simplemente tratar de salvar la disminución hasta que las circunstancias exijan una respuesta aún más desafiante.
Este mes de noviembre, los invito a estudiar el plan propuesto de nuestros pastorados y ofrecer sus comentarios a través del sitio web “Into the Deep”.
Este proceso de planificación ha sido altamente colaborativo y no estará completo sin su aporte.
Pido sus oraciones, paciencia, apoyo y lo más importante, su ardua cooperación y práctica de la fe católica como discípulo del Señor Jesús resucitado.
Estos cambios no me asustan ni me deprimen. Estoy esperanzado, emocionado y lleno de energía, con plena confianza de que Dios nos está llamando a ir y hacer discípulos y a remar mar adentro, para que toda persona humana conozca la historia del amor divino, plenamente realizada en Jesucristo en la Diócesis de Madison.