Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
El domingo pasado escuchamos el conmovedor pasaje del Evangelio sobre “la vid y los sarmientos”, en el que Jesús deja claro que Él, Él mismo, es la verdadera vid a la que siempre debemos estar adheridos y solo a través de Él podemos dar fruto.
La imagen de la vid y los sarmientos claramente se refiere a nuestro rol en la Iglesia de Cristo, y mientras me veo tentado a reflexionar extensamente sobre la Iglesia con ustedes aquí, me gustaría reflexionar un rato más particularmente sobre María en esta primera columna de mayo.
El rol de la Madre de Dios en la viña del Señor
Al reflexionar sobre el rol de la Madre de Dios en la viña del Señor, nuestros pensamientos se dirigen a las mismas raíces de la vid y a otra imagen de las escrituras: la de Isaías 11: “una generación brotará de la raíz de Jesé, y una flor brotará de su raíz, y el Espíritu de Dios se posará sobre ella (Is 11, 11).
La conexión a la raíz de Jesé y a la Casa de David se refiere a Jesús, a través de María, y estas raíces son esenciales en nuestra historia de la salvación. Dios elige salvar a la humanidad a través del pueblo de Israel y específicamente a través del linaje de David. María es el cumplimiento de la larga espera de los judíos por el Mesías y porta, correctamente, el título de “Amada Hija de Sión”.
María es el lazo entre Dios y la humanidad
María, la criatura humana más grande que alguna vez ha vivido, nos da el lazo entre Dios y toda la humanidad. Ella es el conducto por el que Dios “se inserta” en nosotros y es la manera en la que elige salvarnos.
María proporciona un nuevo comienzo para las raíces de la humanidad, una raíz libre de toda enfermedad e impureza, para que Jesucristo pueda nacer y llamar a toda la humanidad a estar enlazada con Él, la perfecta vid, con Su Padre como el viñador.
Dios marca el momento del “sí” de María con las palabras de Su profeta, dejando claro que una flor brota de la semilla. Milagrosamente, de la semilla nace una flor. La vida emerge de una semilla, mediante una virgen.
Por esta razón, entre otras, María es con frecuencia llamada la “Rosa Mística”. María es verdaderamente la flor perfecta de toda la humanidad y el ejemplo para nosotros de fecundidad. María es “nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza”.
María, la Rosa Mística, es nuestro ejemplo
Esto se refiere a la realidad mística, mostrada a través de una mezcla mística de imágenes, que es una realidad que genera una reflexión orante. De la raíz de Jesé brota el fruto del vientre de la Virgen María. ¿Cómo podemos esperar dar fruto nosotros mismos, como los sarmientos de la vid, si no nos fijamos en el ejemplo de María, la Rosa Mística?
¡Esta reflexión proporciona una bella imagen que debemos considerar mientras se acerca nuestro Año de la Fe!
Dios, que es perfectamente bello, nos ofrece una imagen de belleza en humanidad. Nos da a una mujer verdaderamente hermosa en su caridad de amor, una imagen de la creación que vuelve a la belleza, y una imagen sobre cómo somos llamados a amar y adorar al Señor, en la belleza de nuestro agradecimiento en la liturgia.
La Rosa Mística nos proporciona un ejemplo sobre cómo podemos imitar a Cristo en estos tres aspectos que serán la base para nuestro Año de la Fe: belleza en caridad, belleza en la creación y belleza en la liturgia.
Ahora, ya hemos considerado un amplio espectro de imágenes, pero me gustaría concluir con una imagen práctica, respecto a la Viña del Señor y la Rosa Mística.
Las rosas juegan un rol importante en una viña saludable
Me han dicho algunos expertos en el cuidado de viñas, que es muy común tener rosas alrededor o en los extremos de las mismas. Las rosas sirven para dos cosas importantes en una viña saludable. La primera es ser un atractivo que atraiga a las abejas y otros insectos que ayudan, a través de su dulce fragancia. La segunda razón es que las rosas proporcionan al viñador una temprana indicación de algunas enfermedades. Algunas de esas mismas enfermedades que afectan a la viña saludable, afectarán primero a la planta de la rosa, y esa es la razón por la que los trabajadores de la viña saben cuándo actuar, y tratar sus vides, para prevenir los males.
Esta imagen real de la creación puede servir como una última imagen de reflexión aquí. Quisiera proponer que de la misma forma en que las rosas en la viña pueden ser un bálsamo para el bienestar de los sarmientos, la salud de nuestra devoción a María, la Rosa Mística, puede ayudarnos a obtener un sentido de la salud de nuestra propia conexión a Cristo, la Vid Verdadera. Realmente necesitamos a nuestra Santa Madre que con amor nos pide que “hagamos lo que Él nos diga” (Jn 2:5).”
Tener alguna devoción a la Santa Madre
Entonces, aliento a cada uno de nosotros, en este mes de mayo, en este mes de María, a examinar y luego trabajar para hacer brotar una devoción más sana a la Madre de Dios. Al conocer a la Rosa Mística de la semilla de Jesé, podemos ingresar más plenamente en la belleza del plan de Dios para nosotros y podemos vernos más saludablemente adheridos a Cristo.
Cultivemos, en nosotros mismos, en nuestras familias y nuestras parroquias, una devoción más vibrante a la Santa Virgen María, la Rosa Mística.
Demostrémosle al mundo, con el ejemplo de la belleza en caridad, cómo nos amamos unos a otros. Seamos testimonio de la belleza de la creación, siendo más respetuosos de la ecología de la naturaleza humana. Y seamos testimonio de la belleza en la liturgia, amando, adorando y agradeciendo a Dios, con María y como María, con la más grande reverencia.
Trabajemos en honor al Señor, honrando a Su Madre, y que esto nos traiga salud y vida a las viñas del Señor.
Que Dios bendiga a cada uno de ustedes. ¡Gracias por darse el tiempo para leer esto! ¡Cristo ha resucitado! ¡En verdad ha resucitado!