El tiempo es sagrado porque pertenece al Señor.
En la Vigilia Pascual, una de las oraciones durante la bendición del Cirio Pascual dice: “Cristo ayer y hoy, principio y fin, Alfa y Omega. A Él pertenecen todo el tiempo y todos los siglos. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén”.
El tiempo es una bendición
El tiempo es una bendición preciosa.
Dios nos da tiempo para crecer en el conocimiento y amor de Él.
Nos da tiempo para estar con nuestras familias y amigos y tiempo para disfrutar de la belleza de Su creación.
Cuando pecamos, Él nos da tiempo para arrepentirnos.
En cada momento de cada día, tenemos la opción de utilizar el tiempo que se nos ha dado para Dios o para nosotros mismos.
Al darle el tiempo que Dios nos ha dado, santificamos el tiempo y al hacerlo, también somos santificados.
Regresar a Dios
El primer paso necesario para santificar nuestro tiempo es ofrecerle la primera y mejor parte de este tiempo.
Así como la práctica del diezmo es una forma de reconocer que todos nuestros bienes materiales vienen de Dios al ofrecerle el primer 10 por ciento de nuestros ingresos en agradecimiento por todo lo que nos ha dado, así también la práctica de santificar el Día del Señor es una forma de reconocer que cada momento es un regalo de Dios al ofrecerle el primer día de la semana de una manera especial.
(Esta es también la razón por la que la Ofrenda de la Mañana es una hermosa costumbre de ofrecer el primer minuto de cada nuevo día a Dios.)
La importancia del domingo
En el Antiguo Testamento, Dios ordenó a su pueblo a santificar el séptimo día (Sabbath) en memoria de su descanso sabático después de los seis días de la creación, así como de su liberación de la esclavitud en Egipto.
Pero Jesús, que es el Señor del Sabbath, al resucitar de entre los muertos el primer día de la semana, santificó el domingo por encima de todos los demás días.
Los cristianos siempre han guardado el domingo como un día sagrado para el Señor en memoria de la nueva creación realizada por Cristo y nuestra liberación de Satanás que mantenía a la raza humana en esclavitud a causa del pecado.
Gracias a Dios, Cristo ha triunfado sobre el pecado y la muerte, venciendo por completo a nuestro antiguo enemigo.
El pecado no tiene poder sobre nosotros.
La muerte ha perdido su aguijón.
El domingo es el día de la libertad y la victoria que el Señor ha hecho para nosotros.
Regocijémonos y alegrémonos en él.