El Matrimonio y la Familia
“El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia. Los hijos son fruto precioso del matrimonio.” (Familiaris Consortio 14, 16) — Santo Papa Juan Pablo II
El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) nos habla del matrimonio y la familia, enfatizando siempre el plan original de Dios para la iglesia doméstica que constituye la familia. El Catecismo nos dice: “La comunidad conyugal está establecida sobre el consentimiento de los esposos. El matrimonio y la familia están ordenados al bien de los esposos y a la procreación y educación de los hijos. El amor de los esposos y la generación de los hijos establecen entre los miembros de una familia relaciones personales y responsabilidades primordiales.” (CIC 2201)
Todos los fieles católicos y creaturas humanas creadas por Dios son llamados a vivir en familia de alguna manera u otra, y es en esa institución de la iglesia doméstica, que el crecimiento del ser humano es fundado en su naturaleza física, espiritual, emocional y social.
Este pasado año todos vimos la importancia de mantenernos conectados con la familia y la comunidad. Dios nos ha creado para comunión unos con los otros. La familia no solo ofrece el amor matrimonial, pero también el amor incondicional paterno y materno a los hijos, imitación del amor incondicional de Dios hacia nosotros. Dios nos ama y nos cuida a través de la iglesia doméstica. Dios está presente en la familia para ofrecerle al ser humano todo lo necesario para vivir una vida fructífera, saludable, exitosa, y conforme a la voluntad de Dios.
La Santidad de la Familia
“La familia está llamada a ser templo, o sea, casa de oración: una oración sencilla, llena de esfuerzo y ternura. Una oración que se hace vida, para que toda la vida se convierta en oración.” — Santo Papa Juan Pablo II
El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) también nos comparte que la familia o la “comunidad conyugal,” compuesta por los esposos e hijos, es llamada a vivir una vida de santidad centrada mayormente en la oración de la familia — la oración siendo un gran puente de comunicación y relación con Cristo. Párrafo 2204 del CIC nos dice “la familia cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y misionera.”
La familia es llamada a vivir esta vida de oración en comunión, en la pareja matrimonial, y de manera individual. Con Cristo en el centro del núcleo familiar, existe mayor oportunidad de nutrir profundizar en virtudes, valores, y dones espirituales que enriquecen a la familia, la relación entre sus miembros y la relación de dichos miembros con los demás. El crecimiento en el amor, la paz, la paciencia, la esperanza, la fe, y la alegría es esencial para la verdadera felicidad de la familia.
En la oración diaria, como el rezo del rosario, la lectura del Evangelio o de otros pasajes bíblicos, la oración antes de la cena, la oración nocturna, el asistir a Misa juntos, la adoración frente al Santísimo, entre otras de maneras de orar, fortalecen el espíritu de la familia y establecen una relación sólida y más duradera con Dios y la persona de Jesucristo. ¿Estamos ofreciendo nuestros matrimonios y familias a Dios en la oración? ¡Vivamos una vida de oración en nuestras familias!
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