ENFIELD, Connecticut (CNS) — Durante el verano el tabaco crece prácticamente como yerba mala bajo mallas blancas y en campos abiertos por todo el valle tabacalero del Connecticut central.
Casi al final de junio, cuando las plantas están aproximadamente a la altura de la rodilla, los trabajadores migratorios que han viajado miles de millas en autobús desde México y más allá, o por aire desde Puerto Rico, comienzan a llegar para empleos de tres meses cultivando la cosecha en granjas de Connecticut. Y con su llegada la parroquia St. Patrick continúa su programa de ministerio hispano de hace mucho tiempo de cultivar la fe de ellos.
Todas las noches de lunes, desde finales de junio hasta fines de agosto, dos autobuses escolares recogen 100 hombres o más en su campamento en Windsor para llevarlos a Misa y a una comida en St. Patrick.
Aunque sus esfuerzos están centrados en proveer transporte en autobús hasta la Misa y comida semanalmente, cada temporada el ministerio ofrece una amplia gama de servicios a su comunidad migratoria temporal. Tal vez el principal de estos es la obra evangelizadora de preparar a muchos de los trabajadores para recibir los sacramentos de iniciación, evento que se ha convertido en una celebración anual en St. Patrick.
Comenzada hace 15 años por el difunto padre Francis Browne, quien era entonces párroco de St. Patrick, la extensión de temporada ahora representa solamente una pequeña parte del trabajo de un ministerio de tiempo completo.
Desde que padre Browne condujo por su cuenta el primer autobús, varios pastores, incluido padre Weaver, han apoyado el programa. Durante esos años la parroquia ha aceptado y propagado la fe a miles de hombres apoyando a su compromiso con la fe y la familia mientras trabajan para enviar dinero a casa.
La inspiración de padre Browne en 1998 para establecer el programa provino de una feligresa de México, Noe Charles, quien ha nutrido la expansión del ministerio y ahora sirve como ministra parroquial para los hispanos.
Charles, quien también conducía un autobús hacia y desde los campos tabacaleros durante las primeras temporadas, recordó que su experiencia personal en los alrededores de su casa en Guadalajara, México, la hizo compasiva hacia los necesitados trabajadores agrícolas allí. Ella trasladó esa necesidad a los hombres que trabajan cerca de su parroquia en Connecticut cada verano.