Esta columna es la comunicación del Obispo con los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia va más allá de la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
Mientras escribo esta columna, estamos llegando rápidamente al Cuatro de julio, cuando celebramos como nación nuestra independencia y libertad- Es esta libertad la que nos ha dado un gran espacio para florecer como raza humana y como nación, pero es una libertad delicada, construida en la presuposición de que nosotros como nación elegiremos ejercer nuestra libertad de un modo en el que avancemos hacia lo mejor.
En días recientes y en los últimos años, creo, hemos visto como aumenta la evidencia de que nuestra capacidad de elegir lo bueno ya no se puede dar por descontada.
Amenazas a la libertad religiosa
Tal vez el ejemplo más claro de esta evidencia sean las amenazas a nuestra libertad religiosa. Desde la fundación de nuestra nación (y una gran porción de la razón para los cimientos de nuestra nación) se nos ha garantizado la oportunidad de buscar el bien de la vida eterna y vivir nuestras vidas de acuerdo a los que creemos Dios Todopoderosos nos ha pedido.
Como cristianos creemos que el Señor Jesús, deseando atraer a todos a Él y al Cielo, nos dijo “vayan y anuncien a todas las naciones”. Él no dijo “quédense en el cuarto de arriba”, sino vayan a todos. Él nos enseñó a encontrarnos con todas las gentes con la Buena Noticia que hemos recibido.
En consecuencia con esta misión que Jesús nos ha dado, tratamos de predicar la Verdad siempre y en todo lugar: no solo en las iglesias el domingo y no solo en nuestros hogares, sino en nuestros lugares de trabajo y recreo, en los mercados, en los negocios de los cristianos y en la esfera pública.
En razón de esta misión que Jesús nos ha dado, llegamos a nuestros hermanos y hermanas, ya sea que crean o no, a través de nuestras escuelas católicas, nuestros hospitales y a través de nuestras organizaciones de caridad.
Si no estamos usando estos medios cada vez que nos es posible, cameos en el riesgo de fracasar en la misión que Jesús nos dio, y si estamos haciendo estas buenas obras sin tener a Jesús y a nuestra fe en el centro de todo, corremos el riesgo de fracasar también.
Estamos llamados a ser testigos de Jesucristo y las verdades que son salvaguardadas por su Iglesia, que es la manera en la que vivimos nuestra fe.
Fe bajo amenaza
Es precisamente esta vivencia de la fe, esta libertad religiosa que siempre ha estado protegida –y encumbrada por nuestro país– la que está bajo amenaza. Se nos dice que si una institución católica hace lo que está llamada a hacer, principalmente, y que si alcanza a más gente además de los católicos, entonces no puede operar de acuerdo a las enseñanzas de la Iglesia. Se nos dice que un operador de una empresa católica no puede operar de acuerdo a su consciencia católica y tiene que pagar por procedimientos y opciones personales que él considera que son inmorales.
La única manera en la que la actual administración nos permitirá seguir nuestras consciencias y nuestra fe es si servimos solo a otros católicos. De otra forma un individuo católico o una institución católica tiene que suprimir sus creencias de acuerdo al juicio del Estado. La única forma en la que una iniciativa o una institución puede ser considerada “católica” de acuerdo al gobierno, es si no hace lo que la fe católica le dice que debe hacer. La única manera en la que una empresa puede ser “católica” es si esconde su fe y la mantiene así.
Ahora, ningún gobierno tiene el derecho de entrar en el terreno religioso y determinar qué es la religión y que servicio específico esa religión debe proporcionar. No hay autoridad en ningún gobierno o estado, que les permita redefinir el ministerio católico, pero ellos parecen estar muy cómodos definiendo –redefiniendo– muchas cosas. Y ese es el problema.
Los católicos deben “despertar”
¡Es un problema serio y es una amenaza muy real y es necesario decirles a nuestros hermanos y hermanas que despierten! Como dijo recientemente el Arzobispo Chaput (de Filadelfia) “salvaguardar la libertad religiosa, la objeción de consciencia, es más una tarea de los fieles laicos que de los obispos”- Si juntas a todos los obispos, tendrás unos 300 votos en todo el país. No es suficiente para lo mucho que se debe hacer.
Si los fieles laicos salen y se expresan para proteger la libertad religiosa –y no estamos hablando aquí de un partid políticos, ni de un candidato, sino de un valor, una convicción, una creencia, de que toda persona llamada a ser laica tiene el derecho otorgado por Dios, no por el Estado, de ser fiel a lo que dicta su religión– si los fieles salen y se expresan así, entonces tendremos la oportunidad de ser escuchados.
No solo nuestra comunidad católica no se está apurando para tomar su escudo y su espada, como debería para levantarse y defender la fe, sino que además muchos están indiferentes.
“Bueno, ¿cuál es la diferencia?”, preguntan. Su práctica religiosa es una actividad que ha caído demasiado en el número de sus prioridades y la en lo que Jesús nos llama a hacer es muy escasa; y ciertamente no está interiorizada en ellos.
La voz de Dios, hablándoles a través de la voz de Jesucristo y Su Iglesia, respecto a quiénes somos y a qué estamos llamados, se ha relegado a una preocupación secundaria o peor, terciaria. ¿Quieres hablar sobre la Nueva Evangelización? ¡Mira todo lo que tenemos que hacer!
“La política no tiene nada que ver”
He dado muchas enseñanzas sobre la naturaleza de la persona humana y no dejaré de hacerlo –especialmente a la luz de recientes sucesos, que claramente van en contra de la naturaleza humana– pero la gente se ha alejado tanto de las verdades de nuestra fe y la gente está tan mal catequizada, que cuando yo (o cualquier otro sacerdote o cualquier laico) hablamos sobre la naturaleza de la persona humana, la respuesta que obtengo (usualmente por parte de aquellos que se llaman a sí mismos católicos, y que me dicen cuan expertos son en su fe católica) no es que soy un “tonto papista, seguidor de una antigua religión que desesperadamente debe ser actualizada”. No se me acusa de eso (¡me encantaría que así fuese!). En vez de eso me acusan de ser republicano.
¡La política no tiene nada que ver! Pero si la gente puede difundir –y lo hacen y lo han hecho– de que yo soy un republicano, ¡entonces es mucho más fácil descartarme! ¡Especialmente en la súper politizada cultura en la que vivimos! ¡Qué fácil es descartarme! Pero no seremos descartados y no nos rendiremos
Predicar la verdad con amor
Muchos de nosotros –todos nosotros– tenemos que predicar la verdad con amor. Esta es la Nueva Evangelización: tenemos que salir y de formar amorosa decirle a nuestros hermanos y hermanas que son católicos “¡despierten!”
¡Despertar para ser lo que somos y lo que estamos llamados a ser! ¡Y despertar a la realidad de lo que no debemos ser ni estamos llamados a ser! Porque si vamos a permitir que el gobierno nos diga cómo realizar nuestro ministerio, ¿entonces a quién podremos llegar en el nombre de Jesucristo, que queda para nosotros?
Entonces es importante que defendamos la libertad religiosa ahora y que la defendamos de tal modo que ¡incluso los que no son católicos ni cristianos puedan darse cuenta de que es más que seguir un grupo de enseñanzas de la Iglesia (que por cierto no negamos)!
Pero queremos levantar una poderosa armada de individuos que se den cuenta, ya sean católicos o no creyentes, que la libertad religiosa y la objeción de consciencia están en juego, y que lo que está afectado ahora a la Iglesia Católica en Estados Unidos va a afectar a otros grupos en el futuro. No hay duda al respecto.
Entonces, tengamos este pensamiento claro en la mente para promover la libertad religiosa. No queremos que ningún gobierno o estado interfiera en la forma en la que practicamos nuestra religión eligiendo a quién podemos ofrecer nuestro ministerio. Esa es una invasión terrible.
Y, con paz y amor en nuestros corazones, simplemente no podemos permitirlo. Pero necesitamos que muchos más se nos unan- Y recordar que la protección de la libertad religiosa es obligación, esencialmente, de los fieles no de los obispos. Nosotros estamos haciendo lo que podemos. Ustedes tienen muchos más votos, ustedes tienen acceso a personas a las que nosotros nunca tendremos acceso. Por favor usen eso. Y que por la gracia de Dios tengamos éxito.