En este hermoso y primaveral mes de mayo y mes mariano continuamos celebrando las advocaciones y devociones de la Santísima Virgen María celebradas en diferentes partes de Latinoamérica. Y para celebrar en grande no olvides de asistir al Festival Mariano diocesano en la Iglesia Inmaculado Corazón de María este sábado, 18 de mayo con Misa en español con el Obispo Hying, un rosario mariano, confesiones, una procesión mariana y más. Para información y confirmar su asistencia viste:
madisondiocese.org/festival-mariano
En este artículo nos enfocamos en la historia y advocaciones de Nuestra Señora de la Divina Providencia, patrona de Puerto Rico y Nuestra Señora de Altagracia, patrona de la Republica Dominicana, ambas celebradas en el Caribe. Utilizando varios recursos tendremos un recorrido de estas advocaciones tan especiales, también tradicionalmente celebradas por muchos caribeños puertorriqueños y dominicanos en los estados norteamericanos del sur y sureste de la nación.
Según la página de internet de aciprensa
aciprensa.com las historias de estas advocaciones marianas se identifican de las siguientes maneras:
Nuestra Señora de la Divina Providencia
Según la historia narrada en aciprensa.com “Nuestra Señora de la Divina Providencia es una advocación mariana originaria de Italia, cuyos inicios se remontan al siglo XIII. A lo largo de los siglos, esta devoción se ha extendido por el mundo entero; como prueba fehaciente de ello, hoy es la devoción mariana más importante de Puerto Rico.
Por eso, el Papa San Pablo VI declaró a Nuestra Señora de la Divina Providencia como “Patrona principal de la Nación puertorriqueña” el 19 de noviembre de 1969.
En aquella oportunidad, el Papa estableció que el día de su celebración pasará del 2 de enero, aniversario de la llegada de la imagen a tierras puertorriqueñas, al 19 de noviembre, día en que Cristóbal Colón pisó por primera vez la isla de Borinquen (hoy Puerto Rico) durante su segundo viaje a América.
El Papa, con esto, manifestaba su más profunda intención: unir en torno a la Madre de Dios los dos grandes afectos de los puertorriqueños — el amor por su tierra y el amor por la Madre de Dios.
La historia de Nuestra Señora de la Divina Providencia en Puerto Rico empieza a mediados del siglo XIX, cuando el recién nombrado obispo de la isla, el Mons. Gil Esteve y Tomás, trajo consigo esta devoción, cultivada desde sus años de seminarista.
El prelado, en aquel entonces, puso su diócesis en manos de la Divina Providencia, cuando al arribar vio la catedral en ruinas y que la pobreza campeaba entre los pobladores.
Gracias a la intercesión de la Virgen, los esfuerzos del obispo dieron fruto y en menos de cinco años se logró la reconstrucción total de la hoy Catedral Metropolitana de San Juan de Puerto Rico. Para presidir la nave central, Mons. Esteve mandó tallar una imagen de la Divina Providencia a Barcelona (España), la que permanece en el templo hasta el día de hoy.
La imagen de Nuestra Señora de la Providencia muestra a la Virgen María sentada con el niño Jesús durmiendo en su regazo, mientras sujeta entre sus palmas la manita izquierda del pequeño Jesús, en posición de oración”.
Nuestra Señora de Altagracia
Según la historia narrada en aciprensa.com “cada 21 de enero la República Dominicana celebra la fiesta de Nuestra Señora de Altagracia, patrona de esta hermosa nación caribeña. Los orígenes de esta advocación mariana datan de inicios del siglo XVI.
La Virgen de la Altagracia, también conocida como “Tatica, la de Higüey,” es una pintura que muestra a la Virgen María contemplando con dulzura al Niño Jesús, mientras este descansa apaciblemente sobre el pesebre. Alrededor de ellos aparecen otros elementos que contribuyen a contemplar con profundidad el misterio de la encarnación de Jesús.
La Madre de Dios, Virgen de la Altagracia, aparece cubierta por un manto azul incrustado de estrellas; y lleva sobre el pecho un escapulario de color blanco. La Virgen, además, luce una corona —añadida posteriormente a la pintura original — y doce estrellas rodean su cabeza.
Como se trata de una imagen que evoca a la Sagrada Familia y al nacimiento de Jesucristo aparece también la estrella de Belén en la parte superior derecha, mientras que la figura de San José se deja ver por detrás, a cierta distancia, contemplando a su familia.
La imagen tiene 33 centímetros de ancho por 45 centímetros de alto, y desde el siglo XVIII se encuentra enmarcada en oro, piedras preciosas y esmaltes.
El lienzo pintado al óleo fue traído desde España por los hermanos Alfonso y Antonio Trejo, quienes integraron uno de los primeros grupos de españoles que llegaron a la isla. Ellos se establecieron en la recién fundada ciudad de Higüey (República Dominicana) y entregaron la imagen como un regalo para la Iglesia principal de la ciudad.
En 1572 se terminó de construir el primer santuario altagraciano y, cuatro siglos después, en 1971, fue consagrada la basílica actual que alberga a la imagen.
Según el libro María en Latinoamérica se comparte la historia de que “según la leyenda, un comerciante rico buscó la pintura [de la virgen] para ayudar a su hija con sus devociones. Ella había pedido la imagen bajo esa advocación. Después de una búsqueda larga y difícil, él les dijo a sus amigos que su búsqueda había sido en vano. Un hombre le dio un pedacito de tela de hilo y le dijo, ‘Esto es lo que buscas’. A la mañana siguiente el hombre se había desaparecido, y el padre descubrió que el regalo de la tela de hilo era una bella imagen de la Virgen de Altagracia”.
Los escritores de aciprensa.com también comparten que “la Virgen de la Altagracia ha sido coronada en dos oportunidades por dos pontífices. La primera vez, en 1922, fue coronada por encargo del Papa Pío XI; y la segunda, fue coronada personalmente por el Papa San Juan Pablo II durante su viaje apostólico a la nación caribeña, en el cual visitó la Basílica de la Altagracia, ubicada en Higüey, en 1979”.