Mi gran afecto por la Universidad de Notre Dame, que fue creciendo durante los años que estuve allí; así como mi gran aprecio por su Presidente, el Padre Jenkins, han hecho que no me haya referido antes, por escrito, al asunto del Presidente Obama y su discurso en esta casa de estudios en donde además recibirá una distinción honoraria al iniciarse el año lectivo. Sin embargo, ha llegado el momento en que tengo que hacerlo.
En primer lugar, permítanme decir que si yo fuera el Presidente de la Universidad de Notre Dame, nunca hubiera invitado al Presidente Obama para que hable al inicio del año y mucho menos que sea distinguido con el Doctorado Honoris Causa. Simplemente nunca lo hubiera hecho y cualquiera que me conoce lo sabría.