Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
En la cuarta semana de Cuaresma, hemos celebrado el domingo “Laetare”, que expresa por anticipado la alegría de la Pascua, una alegría que nos fortalece para ingresar en lo profundo del misterio de la Semana Santa, culminando en la gran celebración de la misma Resurrección.
En anticipación de la Pascua, veo necesario reflexionar en esta columna sobre la antigua antífona de la liturgia de la Iglesia Oriental: “Llamemos, incluso a los que nos odian, nuestros hermanos y hermanas, porque Cristo el Todopoderosos ha resucitado”.
No hay secreto, ni es una opinión personal, en el hecho que nuestro querido estado de Wisconsin necesita desesperadamente la curación de la Resurrección. Las divisiones existentes entre las facciones en cuanto al tema de la representación sindical y su actividad son verdaderamente profundas. Muchos han observado una “amargura sin precedentes” en los corazones de los ciudadanos. También soy consciente de las situaciones en donde los matrimonios son amenazados porque uno de los esposos está del “lado” de los sindicatos y el cónyuge está del “lado” del gobernador.