“Una vida sin examen no merece la pena ser vivida” es una frase atribuida al filósofo griego Sócrates descrito en la obra Apología de Sócrates escrita en el año 399 a. C. por su discípulo Platón. Platón transcribió en la Apología de Sócrates los diálogos que Sócrates sostuvo ante el tribunal de Atenas en la cual fue sentenciado a muerte por liberar a los jóvenes atenienses de la ignorancia con sus enseñanzas. “Una vida sin examen no merece la pena ser vivida” es la conclusión que Sócrates usa para justificar sus métodos de enseñanza que apelan por sobre todo a la importancia de examinarse a sí mismo y a los demás para mantener una actitud crítica sobre nuestros actos y sobre nuestras vidas con el fin último de evolucionar para ser la mejor persona que podemos ser.
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Serie Cuaresmal: La Limosna
“Recuerden las palabras del Señor Jesús: ‘Hay mayor felicidad en dar que en recibir’” afirma San Pablo en el Libro de los Hechos de los Apóstoles (He 20, 35). La Limosna (del griego eleimosýni que significa “misericordia”), es uno de los tres pilares de la práctica cuaresmal. Definida en nuestro Catecismo de la Iglesia Católica como “un testimonio de caridad fraterna” y “una obra de justicia agradable a Dios” (CIC # 2462), nuestra Madre Iglesia nos solicita, a través de este pilar (La Limosna), que durante los cuarenta días de cada Cuaresma tornemos nuestras miradas hacia el vulnerable, el desamparado, el necesitado para que en un noble gesto de renuncia personal a los bienes materiales que poseemos, tengamos la sabiduría y el amor de compartirlos desprendidamente con ellos.
Serie Cuaresmal: La Oración
La oración es ese “espacio” (inexplicable en palabras) en el que, por la Gracia Divina, podemos tener un encuentro sobrenatural, una conversación con ese Dios omnipotente, pero a su vez misericordioso que nos ama infinitamente. Es un hermoso encuentro entre lo temporal y lo eterno; entre lo terreno y lo divino. Afirma Santa Teresa de Ávila que la “Oración, a mi parecer, no es otra cosa que trata de la amistad con Aquél que sabemos que nos ama”. San Agustín nos dice que “la oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él”. Santa Teresa del Niño Jesús en su ternura nos ilustra: “para mí, la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como en la alegría”.
Serie Cuaresmal: Ayuno y Abstinencia
Durante el tiempo de Cuaresma cada año, la iglesia nos pide que practiquemos el ayuno y la abstinencia. La práctica del ayuno se remonta a los tiempos bíblicos y por ende lo encontramos en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. El ayuno aparece primeramente en el libro de Génesis 2:17, cuando Adán y Eva rompen el ayuno proclamado por Dios de no comer del árbol de en medio del jardín, el árbol de conocimiento del bien y del mal. Adán y Eva rechazaron la vida verdadera dependiente de Dios y la cambiaron por una vida que dependía “solo de pan” es decir, de la comida fuera de Dios “serán como dioses” les dijo Satanás. Por eso Nuestro Señor Jesús reitera en Mateo capitulo cuatro, durante sus tentaciones en el desierto, que “No solo de pan vive el hombre” ayudándonos a entender así que nuestra dependencia debe basarse de una manera intencional en Dios y no en las cosas materiales de este mundo.
Serie Cuaresmal: ‘Test’ de Presencia de Dios
Los hombres llegamos a Dios a través de los sentidos. En la belleza material, la grandeza de las cosas, la bondad creada, tenemos testigos de Dios. Incluso para acercarnos a Jesucristo, necesitamos cultivar la propia sensibilidad. Para salvarnos necesitamos conocer y amar a Dios. ‘Per aspera ad astra,’ por lo áspero, lo difícil, la lucha . . . llegamos a los ‘astros’, lo elevado, el cielo. La generación actual ha perdido la sensibilidad por lo bello, lo grande, lo bueno, por eso tanta gente está alejada hoy de Dios. Las cosas en grados diferentes reflejan las perfecciones divinas. No se puede amar lo que primero no se conoce. Nosotros solos no podemos percibir un Espíritu Puro, necesitamos partir de las obras bellas de Dios. El santo tiempo de Cuaresma es una invitación a educar los sentidos, el cuerpo, para que nos lleve a Dios. Sin ello nos quedamos con amar a Dios de ‘alguna manera’, pero no con todo el corazón . . . Y si esto es así, podemos fracasar en la vocación personal.
Serie Cuaresmal: Miércoles de Ceniza
Cada Miércoles de Ceniza, millones de católicos van a Misa y reciben cenizas sobre sus cabezas, mientras escuchan al sacerdote decir: “Polvo eres y al polvo volverás”. El poder de esta acción litúrgica nos impresiona con la brevedad y fragilidad de esta vida, en nuestro camino hacia la Casa del Padre en el Reino de los Cielos. Sin Dios, no somos nada, sino polvo y ceniza. ¡Con Dios, somos sus hijos amados, redimidos por Cristo y llenos del Espíritu Santo! La Cuaresma es un tiempo para que nos alejemos de nuestros pecados y practiquemos nuestra fe con mayor generosidad y fervor.
Vayan y Hagan Discípulos: Orando con la Escritura
El Concilio Vaticano II llamó a un encuentro renovado con Jesucristo a través de la lectura de la Sagrada Escritura. Cuando leemos las Escrituras, no solo encontramos palabras en una página; nos encontramos con una persona. Como dice Dei Verbum 21: “Porque en los libros sagrados, el Padre que está en los cielos se encuentra con sus hijos con gran amor y habla con ellos; y la fuerza y el poder en la palabra de Dios es tan grande que se erige como sostén y energía de la Iglesia, fuerza de fe para sus hijos, el alimento del alma, la fuente pura y eterna de la vida espiritual. En consecuencia, estas palabras son perfectamente aplicables a la Sagrada Escritura: “Porque la palabra de Dios es viva y activa’ (Heb. 4:12) y ‘tiene poder para sobreedificarle y darle su herencia entre todos los que están santificados’ (Hechos 20:32)”.
Vayan y Hagan Discípulos: Nuestro Llamado Bautismal
Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea por los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo. “Leamos en un texto límpido y denso de significado del Concilio Vaticano II: ‘Como partícipes del oficio de Cristo sacerdote, profeta y rey, los laicos tienen su parte activa en la vida y en la acción de la Iglesia (. . .). Alimentados por la activa participación en la vida litúrgica de la propia comunidad, participan con diligencia en las obras apostólicas de la misma; conducen a la Iglesia a los hombres que quizás viven alejados de Ella; cooperan con empeño en comunicar la palabra de Dios, especialmente mediante la enseñanza del catecismo; poniendo a disposición su competencia, hacen más eficaz la cura de almas y también la administración de los bienes de la Iglesia. Es en la evangelización donde se concentra y se despliega la entera misión de la Iglesia, cuyo caminar en la historia avanza movido por la gracia y el mandato de Jesucristo: ‘Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación’ (Mc 16, 15); ‘Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo’ (Mt 28, 20). ‘Evangelizar’ — ha escrito Pablo VI — ‘es la gracia y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda . . .’” – Papa San Juan Pablo II, Christifideles laici, no. 33
Vayan y Hagan Discípulos: La Oración
La oración de San Francisco de Sales abre el entendimiento al resplandor de la luz divina y la voluntad del calor del amor celestial, nada puede purificar eficazmente la mente de sus muchas ignorancias, o la voluntad de sus afectos perversos.
Eventos diocesanos hispanos que se aproximan
El Obispo Donald Hying continúa ofreciendo sus encuentros regionales hispanos alrededor de la diócesis.