A medida que continuamos el camino del Adviento, las lecturas del Adviento nos ayudan a centrarnos en el verdadero significado del tiempo litúrgico.
Mientras nos preparamos para la Navidad, recordamos el plan de Dios para nuestra salvación y su amor por nosotros.
Es un tiempo de reflexión personal y evaluación de nuestra propia disposición espiritual para encontrarnos con el Señor.
El Segundo Domingo de Adviento resalta la misión de Juan Bautista, quien con valentía preparó el camino para Jesús.
A menudo visto como una figura salvaje, John vivió con un propósito claro.
Fue una persona real elegida por Dios para proclamar la venida del Señor.
Este Adviento estamos siendo desafiados por la iniciativa “Camina con alguien” para seguir el ejemplo de Juan y preparar nuestros corazones para ayudar a otros a encontrar a Jesús.
Estamos llamados a ser audaces en nuestra fe y en el ejemplo vivido de virtud en nuestras vidas.
Cada uno de nosotros tiene un papel en dar a conocer a Jesús en nuestros alrededores.
El próximo paso
En el primer paso, nos tomamos el tiempo para estar atentos e identificar a aquellos a nuestro alrededor que pudieran haberse alejado de la práctica de la fe.
Hay muchas personas en nuestras vidas y esferas de influencia que están alejadas de la fe o que tal vez no conocen a Cristo en absoluto.
Después de ese primer paso de cuidadosa oración y discernimiento, podemos pasar al Paso dos: Interceder.
Comience reflexionando sobre las lecturas del Segundo Domingo de Adviento.
La primera lectura es de Baruc (Baruc 5:1-9).
Vemos que se anima al pueblo de Dios a “vestir la gloria eterna de Dios . . . Dios revelará tu esplendor al mundo”.
En la segunda lectura (Filipenses 1: 4-6, 8-11), San Pablo anima a la Iglesia primitiva: “Oro con gozo por ustedes, confiando en que Dios completará su obra en nosotros. Ruego que tu amor crezca en conocimiento, para que puedas discernir lo que es mejor y ser justo en Cristo”.
Finalmente, en el Evangelio (Lucas 3: 1-6) encontramos a Juan el Bautista mientras cumple la profecía de Isaías de preparar el camino para el Señor. El mensaje de las lecturas queda claro de que debemos compartir el esplendor de Dios en el mundo y orar para que Su obra se complete en “aquel” a quien Él nos llama a acompañar.
Incluyendo la oración
Después de haber identificado a la persona que Dios puede estar poniendo en nuestros corazones como “el correcto”, ¡debemos comenzar nuestro llamado a orar!
Primero, reza para que Dios elimine cualquier obstáculo que esté dificultando que esta persona se acerque a Cristo y su Iglesia.
Comprométete a rezar por esa persona durante un período de tiempo específico.
Además, ora para que Dios le brinde oportunidades y tiempo para tener conversaciones con esta persona.
Considere ofrecer tiempo de adoración a esta persona o rezar una novena por ella.
Finalmente, ora por la gracia de poder acompañarlo(a) bien.
En este tiempo de intercesión, ten siempre presente que es un tiempo de preparación tanto para nuestro propio corazón como para el de aquellos por quienes oramos.
Dios ha hecho una promesa de salvación y anhela traer a todas las personas de regreso a Él.
Confíe en la voz del Espíritu Santo mientras ora y Dios será fiel en su guía mientras nos lleva a traer a otros a él.
Para obtener más información sobre “Camina con alguien” o para ver los videos semanales del Obispo Donald J. Hying de Madison sobre el estudio reflectivo de Adviento “Camina con alguien”, vaya a madisondiocese.org/caminaconalguien