Al llegar al final de nuestra jornada de Adviento, las lecturas de esta semana ofrecen temas que nos ayudan a comprender el espíritu de la época y nos guían en nuestra preparación para la Navidad.
Las reflexiones de esta semana incluyen una alegre anticipación mientras esperamos a Jesús. Sofonías, en las lecturas, nos anima a regocijarnos y enaltecernos con todo nuestro corazón.
Luego, se nos recuerda la presencia de Dios que permanece con su pueblo y quien les trae esperanza y seguridad.
En tercer lugar, San Pablo le habla a los filipenses sobre la paz que viene de Cristo y cómo esa paz protegerá nuestros corazones y mentes. San Juan Bautista, esta semana, nos llama a una vida de generosidad y arrepentimiento.
Y finalmente, nos alienta la esperanza de que Dios está cerca y no debemos tener miedo.
En este cuarto domingo de Adviento, se nos da un poderoso ejemplo que se centra en cómo podemos llevar a Cristo a los demás como lo hizo María con Isabel. María llevó a Jesús a su prima e Isabel lo reconoció. Este encuentro sucedió a través de su relación.
De la misma manera, llevamos a Cristo a otros a través de nuestras relaciones, empezando por aquellos que conocemos y nos importan.
La evangelización es más eficaz con personas con las que tenemos una conexión; la conversión siempre surge de un lugar de amor.
Incluso si nuestra familia y amigos ya conocen a Jesús, podemos trabajar juntos para profundizar nuestra fe.
Durante esta cuarta semana de Adviento, nos centramos en el cuarto paso de la jornada “Camina con alguien”, que es Invitar.
Cuando invitamos, debemos seguir las indicaciones del Espíritu Santo.
Cuando sea el momento adecuado, puedes invitar a tu amigo(a) a una relación más profunda contigo ofreciéndole reunirse para pasar un tiempo personal.
Esta reunión puede ser un momento de compañerismo y amistad o puede ser una oportunidad para compartir las alegrías y las luchas de la vida y la fe, pero también puede ser un momento para compartir la esperanza que Cristo trae en esta temporada.
Tómate tiempo no solo para compartir, sino también para escuchar atentamente lo que Dios puede estar haciendo en su vida.
Incluso podrías hasta tomar la oportunidad de preguntarle a esa persona: “Oremos unos por otros. ¿Te sentirías cómodo con eso?” o “¿Estaría bien si oramos juntos por tu intención?”
Y luego ofrécete a ser intercesor el uno por el otro. Por consecuencia, puede que el Espíritu Santo te guíe a dar un próximo paso concreto para fomentar en tu amigo una relación personal con Jesús y la Iglesia.
Esto puede significar unirse a la oración, a un grupo pequeño o a la Misa del domingo, o a alguna otra actividad apostólica.
Si es posible, anime a su amigo(a) o ese ser querido a unirse a usted para la Misa de Navidad o alguna otra celebración espiritual durante el Adviento o la Navidad.
Todos estamos llamados a ser evangelizadores en la alegría y la esperanza, a saber, que Dios camina con nosotros y que Él también vive dentro de nosotros y mora en nosotros.
Oremos al acercarnos a la Navidad para que podamos tener la misma gracia del Espíritu Santo que tuvo nuestra Santísima Madre, para “apresurarnos” y llevar a Cristo a los demás con tanta humildad y confianza como lo hizo María cuando visitó a su prima Isabel.
Esta semana nos aferramos a las palabras del ángel Gabriel: “No tengas miedo”.