Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
Fue maravilloso ser testigo y escuchar de la gran cantidad de gente que asistió al Miércoles de Ceniza en nuestra diócesis. Tal afluencia es un signo esperanzador de que nuestra gente genuinamente quiere avanzar a través de este camino de santidad y conversión que es la Cuaresma.
Comparto con ustedes hoy estos tres puntos que resalté en la Misa de Miércoles de Ceniza. El primero es éste, nuestro Año Sacerdotal en la Iglesia. Pienso mucho en el Año Sacerdotal, pero no estoy seguro de que hayamos hecho todo lo que podemos para hacerlos pensar a ustedes en él. Sin embargo espero que sí lo tengan en cuenta. Mi punto es este: si este es el “Año Sacerdotal” y este “año” incluye la Cuaresma, entonces esta Cuaresma es para los sacerdotes.
Las primeras dos lecturas del Miércoles de Ceniza nos ayudaron en la reflexión sobre el sacerdocio. En la primera lectura se habla de sacerdotes rezando por la gente. Los sacerdotes lloran y luego rezan, “Perdona Oh Señor, perdona a tu pueblo”. Y en la segunda lectura se dice: (dirigida a todos nosotros y particularmente a los sacerdotes) “sean embajadores de Cristo”, y el mensaje que tenemos que ofrecer es “reconcíliense con Dios”.
La primera lectura nos recuerda, como lo dice tan bellamente la Carta a los Hebreos, que el sacerdote está para representar a la gente en todas las cosas que pertenecen a su relación con Dios. Esa es una responsabilidad muy importante: representar a la gente en todas las cosas que pertenecen a su relación con Dios, que es la relación más importante de sus vidas. El sacerdote, con la gracia de Dios, lleva una carga. Y cuando San Pablo dice, sean embajadores, y que sea su mensaje “reconcíliense” vemos una fuerte referencia allí al sacerdote como ministro del Sacramento de la Penitencia, el sacerdote en el confesionario.
En algunos casos hay sacerdotes que pasan todo el día en Miércoles de Ceniza en el confesionario, para decirle a la gente “vengan cuando quieran, voy a estar aquí para que puedan reconciliarse”. ¡Esa es una hermosa invitación y cancela nuestras excusas! Duele que no tengamos suficientes sacerdotes para hacer eso en todas las parroquias.
Hacer una Cuaresma para sacerdotes
En este Año Sacerdotal, los sacerdotes realmente necesitan sus oraciones y su cariñoso apoyo. Esta es una Cuaresma para Sacerdotes. Por favor ofrezcan al menos su penitencia de Cuaresma, algo de sus sacrificios por los sacerdotes, para que tengan energía, para que tengan alegría, para que estén llenos del Espíritu Santo, para que no se les acabe la energía y comiencen a esperar el retiro. Recen y sacrifíquense por los sacerdotes de maneras muy concretas.
Escojan algunas maneras concretas para mostrar a sus sacerdotes que los quieren. Tal vez pueden escribirles una carta y decirles que están rezando por ellos y contándoles los sacrificios que hacen por ellos. Hagan algo. Debido a una serie de responsabilidades adicionales, puede ser más complicado para los sacerdotes cenar los viernes, a menos que tengan algo de pescado para freír. Si sus sacerdotes disfrutan el pescado, tal vez les pueden ofrecer una comida un viernes. Sean imaginativos, pero hagan algo para mostrar su amor, su apoyo y sus oraciones por sus sacerdotes. Hagan una Cuaresma por los sacerdotes.
Al polvo volverás
El último punto es simplemente este, el Miércoles de Ceniza escuchamos: “recuerda que eres polvo y al polvo volverás”. Nuestro Santo Padre dijo, en la mañana del Miércoles de Ceniza, que esas cenizas a las que volvemos son preciosas para Dios Todopoderoso.
Esas cenizas le pertenecen: Él nos creó del polvo y volvemos a las cenizas.
Entonces, somos completamente propiedad de Dios y también lo son nuestras cenizas. Son preciosas ante Dios. Y así, mientras pensamos en la muerte en el Miércoles de Ceniza, es bueno pensar en cosas como la cremación.
La Iglesia prefiere que enterremos el cuerpo, porque el cuerpo es propiedad de Dios y cuando lo sepultamos está en el lugar correcto para levantarse cuando el Señor nos resucite de la muerte. El mejor signo de nuestra esperanza en la resurrección de los muertos es enterrar el cuerpo como está. Pero, aunque no se prefiera, la Iglesia también permite la cremación.
Sin embargo, si alguien es cremado, esos restos deben ser sepultados en el suelo o en una tumba. He visto restos sobre una chimenea y se me ha dicho que algunos restos están “arriba en el closet”. No tenemos derecho a tratar la propiedad de Dios de esa forma. Debemos hacer con la propiedad de Dios exactamente lo que Él espera de nosotros, y si hay una cremación debemos asegurarnos que los restos sean reverentemente sepultados o colocados en una tumba.
La preferencia está, nuevamente, en que el cuerpo completo sea sepultado o colocado en una tumba para que esté listo para cuando Dios nos resucite. Dios tiene un uso adicional de esas cenizas que quedan tras la muerte. Tiene derecho sobre los restos de la cremación: no ha terminado todavía con ellos.
Él quiere constituir un cuerpo glorioso de esos restos para cada uno de nosotros. Así que, cuando nos encontremos con la muerte y cuando pensemos en cosas como la cremación, lo que hacemos es pensar en una verdad que es muy importante que sepamos en esta vida: que somos propiedad de Dios. Nuestro cuerpo es propiedad de Dios, no nuestro. En la muerte nuestros restos le pertenecen al Señor y debemos tratarlos de modo que siempre se exprese esa Verdad.
Que Dios los bendiga con una conversión santa y alegre en Cuaresma, con amor en la mente y el corazón por sus sacerdotes. Gracias por leer esto. Alabado sea Jesucristo.