Esta columna es adaptada de la homilía del obispo Roberto C. Morlino de la Iglesia de San Patrick, del domingo 14 de diciembre.
El segundo domingo de Adviento, oímos hablar a Juan el Bautista como “una voz que exclamaba en el desierto” y nosotros lo oímos otra vez en las lecturas de este último domingo. Y oímos, durante esa segunda semana de Adviento, sobre nuestra Madre Santa. Oímos cómo enviaron esta mujer vestida de sol, el modelo de la Iglesia, enviada al desierto, en donde un lugar había sido preparado para ella; el significado del desierto, transitoriamente, épocas difíciles.
Este domingo pasado por la mañana una encuesta de americanos salió diciendo que el 2008, en gran parte por razones económicas, ha sido el peor año que recuerdan. La encuesta, en nuestros términos, dice que, en gran parte debido a la economía, el 2008 ha sido, para la mayoría de los americanos, un desierto. Esos resultados de la encuesta no sorprenden a nadie.