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Esta columna es la comunicación del Obispo con los fieles de la diócesis de Madison. Cualquier divulgación más amplia va más allá de la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
No sé si han tenido la experiencia, pero últimamente, me he dado cuenta de un marcado incremento en el número de personas que son muy obvias al mostrar su infelicidad. En varias ocasiones lo he podido constatar con completos desconocidos que, con su conducta ruda y su poca empatía con otros, muestran una verdadera falta de alegría en sus vidas.
Hay varios factores que pueden crear esta infelicidad general a nuestro alrededor, y ciertamente hay varias formas en las que podemos reaccionar a esta tendencia. Una de las cosas más importantes que podemos hacer, inmediatamente, es rezar. Necesitamos rezar por nuestro prójimo, especialmente por aquellos que permiten que su infelicidad quede manifiesta y nos agreda. Necesitamos rezar por el crecimiento en aquellas tres virtudes cristianas de la fe, la esperanza y el amor: en nuestras propias vidas y en las vidas de quienes nos rodean.
Pero también necesitamos actuar. Necesitamos ser testigos visibles de fe, de esperanza y de la caridad en nuestras propias vidas. Viviendo como hermosos testigos de la fe, de la esperanza que tenemos y de la caridad cristiana, no nos queda sino vivir vidas llena de alegría y, al hacerlo, darle a la gente una alternativa a la tristeza que experimentan ahora, un camino hacia la felicidad auténtica y duradera, una vida en Jesucristo.