Queridos amigos:
El fin de semana pasado celebramos el domingo Laetare, es decir el “Domingo de la alegría”. Como alguien que ve y lee muchas noticias, estuve tentado a no alegrarme y a no ponerme de un ánimo laetare, porque no hay mucho como para alegrarse.
La gran mayoría de noticias, de hecho, me deja de un ánimo muy triste. Honestamente temo mucho que nuestro país se encuentra en un camino muy pero muy peligroso. Temo que nuestro país esté escogiendo la oscuridad, en vez de la luz, y temo por las consecuencias de ello (como hemos escuchado en el Evangelio del domingo pasado, Juan 3: 14-21).
Pero, a decir verdad, eso no hace que evite alegrarme, porque mi vida no se trata de las noticias, y mi vida no lo es todo sobre este país, o incluso de este mundo. Lo principal en mi vida es Jesucristo, ¡quien ha resucitado de entre los muertos! Y esa es la razón por la que el Domingo pasado, a mitad de la Cuaresma, pudimos celebrar el “Domingo de la alegría”, ya que nuestra celebración de la Semana Santa está solo a tres semanas.
Alegrándonos en la Resurrección de Jesucristo
La victoria de la Resurrección de Jesucristo es la última y absoluta palabra en el camino de la humanidad en este mundo. Sea lo que sea lo que esté pasando en nuestro país o lo que ocurra luego no cambia el destino de nuestro camino. Y por eso, en el salmo del domingo pasado (137:1-6) cantamos: “¡deja que mi lengua se calle si alguna vez te olvido! Si olvido al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, y nuestro hogar con ellos, solo hay un lugar razonable para ir y ese es la profundidad de las desesperanzas. Pero como Iglesia no vamos a olvidar, ¡y por eso podemos alegrarnos!
Podemos alegrarnos por lo que hemos escuchado al comienzo de la Primera Lectura del domingo pasado (2 Cor 36:14-16, 19-23): el pueblo de Dios pecó otra vez y otra vez, pero Él no los abandonó. ¿Por qué? Hemos escuchado que en nuestra Segunda Lectura (Ef 2:4-10), “porque somos obra de las manos de Dios”. En otras palabras, somos una obra de arte de Dios. Dios no va a abandonar su trabajo de arte humano, bajo ninguna circunstancia.
Dios arregla su “propia consciencia”
Consideren a un artista dedicado realmente al arte que produce. Si esa obra de arte alguna vez se vuelve desfasada, no dice, “tírala”. El artista que reconoce la bondad de su creación dice “déjame arreglarla”. Y así cuando desfasamos nuestra propia humanidad a través del pecado, Dios dice “déjame arreglarlo” y de hecho lo ha arreglado, con la muerte y Resurrección de Jesucristo. Y si caemos otra vez, lo arreglará… ¡siempre y cuando admitamos nuestros pecados!
No podemos ser curados por Dios, a menos que admitamos que necesitamos la curación. Si no la aceptamos, entonces podemos morir en nuestro pecado. La manera en la que aceptamos la curación de Dios nos hace decir: “soy un pecador, necesito curación”.
Preparándonos para la Pascua con la confesión
Esto debe servir como un gran recordatorio de que, en Cuaresma, para la preparación para la Pascua, una de las cosas principales que debemos hacer es una buena Confesión. Y alentamos a nuestros amigos y a los miembros de nuestra familia, y a los vecinos para que hagan una buena confesión. Cada año más y más personas vuelven a la confesión. Necesitamos que todos vuelvan a ella, porque esta es una Iglesia de siete sacramentos. Para ser católico necesitas aceptar que la Iglesia tiene siete sacramentos y no seis. Así que alentemos a nuestras familias, amigos y vecinos católicos para hacer una buena confesión, para recibir la curación de Dios.
El segundo punto se refiere al rey Ciro, sobre quien escuchamos en la Primera Lectura el domingo pasado. El rey Ciro fue un importante y poderoso líder pagano. No tenía el más mínimo interés en Dios, pero entonces Dios realmente necesitaba salvar a Su pueblo, ¡así que inspiró incluso al Rey Ciro!
¡El rey Ciro se convirtió en el instrumento de Dios para liderar al pueblo escogido de vuelta hacia Jerusalén, para construir el templo! Cuando el pueblo escogido volvió a Jerusalén, el rey designó a un sumo sacerdote. Dios incluso lo inspiró para que dé todo el dinero para reconstruir el templo.
Ningún líder puede desviar el propósito de Dios
Del ejemplo de Ciro, un pagano que no tenía interés en Dios, podemos recordar que no importa que tan grande sea en el mundo un líder, ese líder no es lo suficientemente poderoso para desviar los propósitos de Dios. Cuando Dios inspiró al Rey Ciro, pese a que era un pagano, alegremente lo aceptó. Tal vez otros no lo habrían hecho, pero ningún líder en el mundo es tan poderoso como para truncar la providencia, para truncar el plan de Dios respecto al final del camino y la victoria final de Su amado pueblo: la Jerusalén celeste ganada por la muerte y Resurrección. ¡Esa es la razón por la que podemos alegrarnos! ¡Ningún líder puede deshacer la victoria de la Resurrección!
Para mi tercer punto, volvemos al Evangelio del domingo pasado, recordando que quienes pertenecen a Dios corren hacia la luz, y los que no, odian la luz y escogen las tinieblas. El sentido común y las observaciones nos dicen que cuando ocurren más crímenes es de noche. Cuando un crimen ocurre a plena luz del día, se expresa una gran sorpresa. La oscuridad es el lugar en el que los que hacen el mal florecen, odian la luz. Mientras más profunda sea la oscuridad es mejor para aquellos que prefieren hacer una opción en contra de Jesucristo. Pero quienes de nosotros estamos con Cristo somos atraídos hacia la luz, hacia la Verdad. No podemos obtener suficiente de ella.
Buscar la luz y la verdad, votar responsablemente
Esto es muy importante mientras vemos la situación del mundo, porque tenemos que hacer un acto moral en mayo (o junio) y luego en noviembre. Tenemos que votar, lo que constituye un acto moral que puede ser bueno o malo. La responsabilidad más grave que tenemos –y sé que ustedes lo saben, pero lo estoy repitiendo para que lo puedan decir a sus familias, amigos, colegas y vecinos– como católicos que vivimos en una república basada en una constitución, es buscar la verdad y votar responsablemente.
Quienes aman al Señor no pueden obtener suficiente de la luz, es decir, no pueden obtener suficiente de la verdad. Lo que ya tenemos, y lo que tenemos por venir son una racha de comerciales políticos, uno tras otros, y cada uno, de cualquier partido, tiene mentiras parciales, sino mentiras totales. Temo que esos comerciales funcionen (y por eso gastan millones, millones y millones de dólares en ellos). Muchas personas votan de acuerdo a los comerciales, que son en gran parte, falsos.
Quienes son atraídos a la luz tienen la responsabilidad de encontrar la luz y la verdad. Casi todos esos comerciales políticos están exentos de cualquier verdad que ayudaría a uno a tomar una decisión responsable sobre cómo votar. De algún modo tenemos que pasar por encima del sinsentido de estos comerciales y sonidos. De alguna forma esos comerciales generan una capa que debe ser retirada y no debe ser algo que determine cómo uno vota. Y les pediría que recuerden a otras personas sobre esa realidad. Nuevamente, en el salmo del domingo pasado cantamos “¡deja que mi lengua se calle si alguna vez te olvido!”
¡No olviden a Dios! ¡No olviden la luz y la Verdad! ¡No olviden nuestro hogar final, la Jerusalén celestial! ¡No dejen que se silencie su lengua! ¡Si no olvidamos, entonces tendremos una de entre muchas razones, entre la oscuridad y la pesadumbre de la situación del mundo, para alegrarnos!
¡Gracias por darse el tiempo para leer esto! ¡Que ustedes y sus seres queridos sigan teniendo bendiciones en Cuaresma! ¡Alabado sea Jesucristo!