Esta columna es la comunicación del Obispo con los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia va más allá de la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
“La noche viene cuando nadie puede trabajar”, escuchamos en la lectura del Evangelio el domingo pasado (Jn 9:4).
Jesús les dice a sus discípulos: hagan las obras de Dios mientras es de día, porque “la noche viene cuando nadie puede trabajar”.
Nadie puede trabajar y, debo agregar, nada funciona. Y sugeriría demás que la noche ya ha llegado.
Hemos celebrado el domingo al que llamamos “Domingo de la alegría” y nos damos cuenta de que tenemos que alegrarnos en la verdad. Dios nos da la gracia de alegrarnos en la verdad. Y la verdad es que la noche ha llegado y nada y nadie funciona, ¡pero la espléndida Luz de la Resurrección hará que la noche sea tan brillante como el día!
La historia del ciego de nacimiento, al que vemos en la lectura del Evangelio, es en muchas formas una alegoría de nuestra propia cultura y de nuestra propia sociedad. Es una cultura y una sociedad de muerte. Una cultura en la que ha descendido la noche y en la que nada funciona.