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Esta columna es la comunicación del Obispos con los fieles de la diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia va más allá de la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
Esta semana se cumplen 40 años desde que la Corte Suprema de nuestra nación legalizara el aborto. Desde entonces, más de 55 millones de niños (eso es lo que sabemos) han sido destruidos a través del aborto quirúrgico.
Hay algo terriblemente roto en nuestra nación que hace que permitamos esto y que nuestro gobierno haya sancionado (y de muchas formas apoyado) semejante destrucción. Podría aproximarme de distintas maneras para hablar sobre los males de nuestra sociedad en este aniversario del fallo Roe vs.Wade, y he hablad de muchas cosas relacionadas en el pasado, pero este año me gustaría hablar sobre la interacción entre la familia y el gobierno. Es algo que he estado contemplando a la luz de nuestra celebración de la fiesta de la Sagrada Familia hace algunos domingos. Espero que perdonen que recuerde las lecturas en esa fiesta, por el bien de la familia: un asunto que ciertamente merece nuestra consideración que vaya más allá de uno o dos días al año.
Creo que es tremendamente interesante, considerando que desde el mismo principio de la Revelación de Dios a la humanidad, que existe una expresión clara pero muy simple de Su plan eterno para la familia. Comenzando en el Génesis, escuchamos el plan de Dios: Dios creó hombre y mujer, y Él creó el matrimonio, que está formado por un esposo, una esposa, de por vida, con apertura a los hijos: desde el mismo principio de la creación. Y la narrativa avanza en la Escritura hasta que llegamos a Jesús, José y María, que santificaron la vida matrimonial de una manera muy especial porque, por supuesto, Jesús era Dios, María Su madre y José Su protector. Recordando las lecturas que la Iglesia nos ofrece en la Fiesta de la Sagrada Familia, desde el mismo momento vemos algunos elementos básicos de la familia (Eclesiástico 3:2-6, 12-14; Salmo 128:1-2, 3, 4-5; Colosenses 3:12-21; y Lucas 2:41-52).