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Esta columna es la comunicación del Obispo con los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia va más allá de la intención del Obispo. |
Queridos amigos:
En su homilía en la mañana de Pentecostés — que tuvo tres puntos y que por su puesto estuvo centrada en el Espíritu Santo — el Papa Francisco comenzó diciendo que él es muy devoto de un Padre de la Iglesia que dijo que el Espíritu Santo es, Él mismo, armonía. El Espíritu Santo es, Él mismo, armonía. Cuando celebramos un Año de la Fe y la Nueva Evangelización a través de la belleza, que bella imagen esa del Espíritu Santo: la armonía.
Es en la armonía que escuchamos bellamente reflejados la buena música preparada por los coros. La armonía es agradable al oído y eleva el corazón. La armonía tiene un efecto particularmente positivo en la gente cuando están dispuestos a ella, porque ellos mismos se armonizan en primer lugar. Puedes oír la armonía que desees, pero si no estás armonizado, en realidad no hace ninguna diferencia.
Mucha gente no está armonizada
En nuestra sociedad y en nuestra cultura, mucha gente no está armonizada. Esa es la razón por la que, por ejemplo, los jóvenes pueden acostumbrarse a la música que escuchan la mayor parte del tiempo. Mucho de esto realmente no es agradable al oído pero es un gusto adquirido y ciertamente resuena en aquellos que experimentan una gran angustia no armonizada en sus vidas cotidianas.