Esta columna es la comunicación del Obispo con los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia va más allá de la intención del Obispo. |
Queridos Amigos,
El fin de semana pasado en Baraboo, ordené a Scott Jablonski en el diaconado y estoy muy agradecido a Scott y al P. Jay Poster y a los fieles en Baraboo por su grandiosa acogida y el gran esfuerzo realizado en la preparación de la Misa. Aquí me gustaría contar algunas cosas que compartí con nuestro nuevo diácono y los feligreses en ese lugar, compartiéndolas ahora por este medio a todos los fieles:
Hijos del obispo
Los diáconos y los sacerdotes de la diócesis son todos, de una manera especial, hijos del obispo. Y a pesar que las edades no encajan precisamente para todos los sacerdotes y diáconos, esto funciona bien en el caso del Diácono Scott.
Y es por eso que es una bendición tan grande ser un obispo, incluso con todo lo demás que conlleva el ministerio; es tan maravilloso porque el obispo puede llamar al diácono o al sacerdote, “mi hijo”.
Este año, en el Año de la Fe, hemos estado hablando de la belleza de nuestra fe — la belleza que se muestra en las obras de caridad (en las que muchos de ustedes trabajan tan bien como comunidad cristiana), la belleza expresada en la liturgia, la belleza que se manifiesta en la Verdad de Jesucristo que recibimos mediante la Iglesia y en la que creemos.
Nuestra vida de la fe es una vida en la que nos encontramos rodeados de la belleza. Y la belleza de nuestra vida de fe es una vida que ha sido captada de manera hermosa por las Escrituras que se leyeron en cada una de nuestras parroquias este fin de semana que pasó – Escrituras que se aplican también de manera hermosa al Diaconado.