Nota del editor: la siguiente es copia de la homilía del Obispo Morlino para la celebración de la ordenación diaconal del reverendo Vincent Brewer y del reverendo Garrett Kau, ambos para la diócesis de Madison.
Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
Sabemos que el Espíritu Santo preside la celebración de esta noche y que en tan solo algunos minutos, el Espíritu Santo va a derramarse en sus almas y los va a transformar, Vince y Garrett, en la persona de Jesucristo, el siervo. Será un cambio de por vida al nivel más profundo en sus almas y cuando se vayan a dormir serán muy distintos a como eran esta mañana al levantarse. Y si estuvieron nerviosos por esto durante este día, eso desaparecerá, ya que el Espíritu Santo tomará como morada lo más profundo de sus almas de una manera totalmente nueva. ¡Y sin duda eso es un asunto de muchísima importancia!
En la segunda lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hech. 8, 26-40), escuchamos el pasaje del eunuco etíope que escribe el profeta Isaías, y hablando de Jesús, el siervo sufriente. Es claro que la identidad del diaconado tiene todo que ver con ser siervo, siervo de la Palabra y siervo de la caridad. Es una descripción muy interesante la que tenemos sobre el servicio de Jesús, esta descripción del siervo sufriente.