Queridos amigos:
Incluso después de algunas semanas en Roma, en donde pude tener algunos encuentros muy fructíferos y mucho tiempo de oración con obispos hermanos y el Santo Padre, en las tumbas de los Apóstoles, simplemente no puedo decirles lo feliz que estoy de haber vuelto a la diócesis, a donde he sido enviado como sucesor de los Apóstoles para mantener la unidad con el Obispo de Roma.
Por favor, hagan saber que los recordé a todos muy regularmente en mis oraciones, especialmente en los lugares santos, durante esos días en Roma. Gracias por haber rezado por mí. Podría decir que me sentido acompañado. Traigo además un saludo particular del Papa Benedicto XVI, nuestro Santo Padre, que ofreció su cariño y su bendición apostólica a toda la diócesis.
Ahora nos encontramos juntos al inicio de la Cuaresma, tiempo que nos lleva a la gran celebración de Resurrección. Uno de los momentos más grandes de esa celebración de la Resurrección se da a través del Bautismo de los nuevos católicos que entran a la Iglesia, en donde ponen a un lado sus antiguas existencias y son llenados por la vida Cristo Resucitado. De ese modo también tenemos algunas lecciones sobre el Bautismo en las lecturas del domingo pasado, el primero de la Cuaresma.