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Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
En nombre de todos los sacerdotes de la Diócesis de Madison, y en nombre de todo mi personal, quiero ofrecerles mis sinceras y continuas oraciones en Pascua, en este tiempo de Resurrección.
Cada uno de ustedes cuenta con nuestras oraciones por su salud, seguridad, y por encima de todo, por una unión más profunda con Cristo. Les ruego, también, ofrecer sus oraciones de Pascua por nosotros, porque cada uno de nosotros y nuestra Iglesia ciertamente se basa en la necesidad de la oración. Quería compartir con ustedes unos cuantos pensamientos que ofrecí en la Vigilia Pascual este año.
Celebramos el Domingo de Pascua este año el 4 de abril, el día en el que Cristo fue resucitado de entre los muertos, el día en que cambió la historia para siempre. De alguna forma había esperado ver algunos grandes letreros y avisos en el Domingo de Pascua sobre cómo había sucedido la Resurrección de Jesucristo y cómo celebramos nuestra nueva vida el 4 de abril. ¡En vez de eso, todos los avisos me hablaban del lanzamiento del iPad el 3 de abril! Eso me dice –y les debe decir– algo significativo sobre la misión que Jesucristo pone en nuestras manos en esta Pascua y todos los días.