Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
Queridos amigos,
Escribo esto recién llegado de la asamblea anual de la Conferencia Nacional de Obispos y lleno, realmente, de esperanza. De camino a Baltimore para este encuentro, me detuve en Washington y tuve la oportunidad de visitar a nuestro seminarista que tiene una Basselin Scholar (beca de tres años de filosofía para seminaristas) en la Catholic University of America, y a algunos de los seminaristas que ha conocido. La experiencia fue bastante buena y me llenó de esperanza, no solo para el presente sino también para el futuro.
En los encuentros de la conferencia de obispos el martes por la noche es generalmente la “noche libre” para cenar y el descanso de los obispos, aunque en muchas oportunidades los prelados suelen ser generosos con este tiempo y trabajan en los distintos comités y subcomités a los que pertenecen.
Seminaristas: un signo de esperanza
Esta año, en ese martes por la noche y en distintos lugares, la recepción de nuestro hotel estaba llena de seminaristas de distintas diócesis que estudian en seminarios locales, incluyendo el Theological College en Washington, Mount Saint Mary’s en Emmitsburg, Md., y St. Mary’s en Baltimore. Muchos de los obispos separaron esa noche del martes para compartir con sus seminaristas.
Nuevamente recuerdo la alegría de encontrarme con muchos de ellos y ver su celo, su energía, su entusiasmo y su esperanza; en camino de santidad todos juntos, preparándose para la ordenación sacerdotal. Tenemos mucho por lo cual alegrarnos por nuestros seminaristas así como por las excelentes relaciones y el lazo que se genera entre ellos y sus obispos.
Nueva traducción del Misal: otro signo de esperanza
Un segundo signo de gran esperanza que vivimos durante nuestra reunión de obispos fue la aprobación final de la nueva traducción del Misal Romano, traducción que hemos buscado hacer más cercana al texto latino. Esta traducción, lo sé, también ha causado cierta controversia en algunos.
La traducción, al buscar replicar mejor los matices y patrones del texto en latín, ciertamente le va a sonar distinto a nuestra gente, considerando las traducciones a las que nos hemos acostumbrado. Por eso dice el dicho “si la gente está contenta, ¿entonces por qué cambiar?”
Todas las conferencias episcopales angloparlantes en el mundo ya han aprobado nuevas traducciones. De hecho, nuestra conferencia nacional es la última en hacer esta aprobación. El voto para la aprobación fue casi unánime, indicando así el entusiasmo de los obispos para avanzar en este particular cambio. Pero, ¿por qué? Ninguna traducción a otro idioma es perfecta, en primer lugar, y ningún “idioma” en particular es más importante que el idioma del culto divino.
La mente siempre busca ir más allá, allí donde la inteligencia humana está involucrada. Una de las cosas que mide a la buena ciencia es que lleva al progreso científico y así a la sucesión de una teoría tras otra. Esa es su naturaleza. De modo similar, el lenguaje del culto divino siempre debe progresar. Como nos dijo el Cardenal George en su comentario luego del voto de aprobación, el progreso que buscamos hacer en la traducción del Misal Romano es que nuestro lenguaje cambie y se mejore de modo que se parezca cada vez más al lenguaje del culto de los ángeles y los santos en el cielo.
Por eso es que los cambios que vamos a hacer en un año o dos son necesarios. Es simplemente un signo de lo viva que está la comunidad de culto y que realmente sabemos cuál es nuestra meta: reflejar cada vez mejor la reverencia y el gozo de los ángeles y los santos en el cielo, que son guiados por Cristo mismo en el culto eterno al Padre en comunión con el Espíritu Santo.
En muchos casos, tal vez no sea fácil acostumbrarse a la nueva traducción, pero tenemos que recordar que los cambios del Concilio Vaticano II se hicieron luego de casi 500 años sin cambio alguno. El pueblo de Dios que hizo esos cambios puede ciertamente recibir bien éste, como un muy importante paso en nuestro camino hacia la santidad del culto divino en el mismo cielo.
Entonces, tenemos que comenzar a pensar en este cambio. Sin embargo, las traducciones que han sido aprobadas por todas las conferencias episcopales que hablan inglés en el mundo tienen que recibir una autorización final de la Santa Sede, y eso no va a suceder inmediatamente. Por lo pronto, podemos comenzar una nueva catequesis sobre estas nuevas traducciones de los textos para así maximizar la capacidad de nuestro pueblo de aceptarlos una vez que se haya recibido la aprobación del Vaticano y las ediciones en inglés del Misal Romano se hayan publicado y estén disponibles.
La abundancia de seminaristas y el lenguaje del culto que nos acerca más a la reverencia y el gozo del cielo son, definitivamente, ¡dos grandes signos de esperanza!
Gratitud y Thanksgiving (Día de Acción de gracias)
Por último, el día de acción de gracias ha llegado sigilosamente sobre mí y muchos otros. Y entre los muchos bienes de mi propia vida por los que estoy agradecido, están ustedes, los fieles de nuestra diócesis de Madison. En este Año Sacerdotal estoy especialmente agradecido por mis hermanos sacerdotes, su servicio amoroso y su esfuerzo por la santidad, con todos los desafíos que conlleva así como las alegrías que son parte del sacerdocio de nuestros días.
Estoy agradecido por los sólidos seminaristas que tenemos en la diócesis y por la promesa de crecimiento en número que se ha previsto. Estoy agradecido por los fieles casados, que son tantos en esta diócesis. Estoy agradecido por el testimonio de los consagrados, especialmente por las religiosas que buscan cada día recordarnos que ser Iglesia significa estar con María y estar, como ella, en santidad. Estoy muy agradecido por mis excelente equipo diocesano que busca llegar a ustedes con amoroso servicio cada día.
Estoy muy agradecido por su colaboración y su continuo apoyo con sus oraciones, sin los que el cumplimiento de mis responsabilidades como obispo simplemente no sería posible. El día de Acción de gracias, gracias a Dios, está muy vivo para mí y también lo está especialmente este año.
Con mis más fervorosas oraciones, espero que el sentido más profundo del Día de Acción de gracias colme sus mentes y corazones, así como la vida de sus familias en esta maravillosa época del año.
Gracias por leer esto. ¡Que Dios los Bendiga! ¡Feliz Día de Acción de Gracias! ¡Alabado sea Jesucristo!