Esta columna está dirigida a los fieles de la Diócesis de Madison. Cualquier circulación más amplia transgrede la intención del Obispo. |
Nota del editor: La siguiente columna es una adaptación de la catequesis del Obispo Robert C. Morlino del 11 de noviembre.
Si le han prestado atención a las noticias durante las últimas semanas, deben haber escuchado el nombre de Anwar al Awlaki. Él era el imán (la versión musulmana del pastor) de la mezquita de Fairfax County, Virginia, en cuyas pláticas estuvieron presentes el mayor Nidal Malik Hasan, el asesino de Fort Hood, y simultáneamente, tres de los secuestradores del 11 de septiembre.
Awlaki reside actualmente en Yemen y ha articulado como pastor un concepto de la conciencia, que es una de las palabras más importantes para nosotros los católicos. Awlaki dijo que el mayor Hasan, quien asesinó a tres personas e hirió a otras, tiene muy buena conciencia como musulmán porque es bueno prevenir la guerra de estadounidenses en países islámicos, sin importar cómo se haga. Es, dice Awlaki, la voluntad de Alá que los musulmanes tomen este tipo de medidas contra los estadounidenses o los aliados porque el bien del Califato musulmán lo requiere. El Califato, en general, se refiere al enorme estado islámico que desean muchos extremistas musulmanes.
En este punto es necesario hacer una importante distinción. Muchos musulmanes son gente buena y amante de la paz. En mi limitada experiencia en Medio Oriente, la mayoría de árabes islámicos fueron gente cálida y hospitalaria, con gran sentido del humor. Y, en lo que respecta a los musulmanes en general, es necesario precisar que incluso la palabra “Islam” se deriva de la palabra “Salam” que significa “la plenitud de la paz”. A lo que me refiero cuando hablo de Awlaki es al extremismo islámico, el mismo de Osama bin Laden y otros, ciertamente no la mayoría, pero que es muy real y no podemos pretender que no está allí.
Entonces, de acuerdo al concepto extremista islámico de conciencia manejado por Awlaki, uno está bien en su conciencia y hace el bien cuando mata a 13 hombres y mujeres inocentes para avanzar en pos de establecer un Califato islámico mundial. Awlaki no dice que sea “tolerable” recurrir a tales acciones, sino que es parte de la buena conciencia y que es moralmente bueno.
Este es entonces el concepto de conciencia que Awlaki formula: si tienes un interés superior que consideras bueno, esa intención convierte a todos los medios que uses en buenos. Entonces, si algo es necesario para lograr este Califato universal, que es lo bueno y deseado por Alá, entonces lo que sea que uno tiene que hacer para lograr ese bien se convierte en bueno; ¡sin importar lo que sea! El bien último, el interés superior, justifica todos los medios para lograrlo y no solo los hace tolerables, sino de buena conciencia y buenos en sí mismos.
Definiendo la ‘opción fundamental’
Lo más interesante para nosotros los católicos y la razón por la que traigo este asunto a colación está en que este concepto errado, de que un interés superior convierte a todos los medios en buenos, es precisamente lo que yo y otros muchos de nuestros sacerdotes aprendimos en el seminario en teología moral. Eso que Awlaki articula es exactamente la misma teoría que algunos teólogos católicos enseñaron como la “opción fundamental”. Cuando escuché sobre Awlaki y lo que enseña, me reí pensando: ¡A mí me enseñaron eso en los 70’s y Awlaki está regresando a eso ahora!”
¿Cómo se entiende este concepto de conciencia en términos de teología católica? Un ejemplo puede ser el de un hombre que se casa y trata de tener un muy buen matrimonio en Cristo. Un muy buen matrimonio en Cristo, en la mente de este hombre, sería aquel en el que hace lo mejor que puede para darse a su esposa y a sus hijos todos los días. Sin embargo, en su mente, considera que para poder ser fiel a esta intención fundamental necesita engañar a su mujer cuatro o cinco noches al año. Esos engaños, piensa, lo hacen más alegre, más presente y le permiten vivir la generosidad que tiene que ofrecer a su esposa e hijos.
En esta situación y considerando la opción fundamental, los engaños son, a lo mucho, un pecado venial, y no son un problema, ya que el hombre considera que debe engañar porque eso le ayuda a ser más amable, feliz y generoso en casa. La única manera en la que, en este caso, uno podría cometer un “pecado mortal” sería rechazando la opción fundamental.
Esto es claramente un ejemplo del concepto errado de conciencia que se enseñaba en los seminarios católicos y universidades de los 70’s y 80’s. Esto también era enseñado por sacerdotes en talleres educativos. No es responsabilidad de aquellos que erróneamente aprendieron esto, pero sí de quienes autorizaron la enseñanza.
Los efectos corruptores de una teoría
¿Desde el punto de vista católico, como afecta esta teoría? Al final, podemos decir, ésta establece que: “lo que tengo en la mente es más importante en materia moral y en materia de conciencia”. Esta teoría enfatiza, antes que nada, lo que está en la mente de un individuo y reduce a algo de muy poca importancia las acciones del cuerpo. Bajo este concepto, uno puede hacer casi cualquier cosa con su cuerpo, mientras la intención correcta sea afirmada por la mente.
Las Escrituras dicen: “la caridad vence a la multitud de pecados”. Esta opción fundamental dice: “cualquier bien que tengo en la mente supera a la multitud de pecados”. Si lo que hago en el cuerpo es menos importante y no interesa, si las acciones del cuerpo no cuentan, entonces el valor del cuerpo humano se degrada. Y podemos ver claramente que esto se cumple en la versión extrema del Islam (si vas a difundir el Califato, puedes matar al cuerpo humano) y también lo podemos ver en la equivocada teología católica, afirmando que si tienes un interés superior en tu vida que es bueno y quedas embarazada, entonces puedes acabar con la vida del bebé para salvaguardar el bien superior. O tal vez, si algún anciano se vuelve cada vez más indefenso y adolorido y llega a decir: “soy una carga, solo quisiera morir”, entonces, en vez de realizar una verdadera acción cristiana para hacerle recordar que no es una carga, sino un tesoro, usamos esta teoría cristiana errada de la opción fundamental para sacarlo(a) de su miseria –porque el cuerpo no importa– sino que lo único que interesa es la intención.
Y así con el efecto corruptor de esta idea equivocada de la conciencia, no es de extrañar que tengamos todas las formas de inmoralidad sexual y todos los tipos de violencia en nuestro mundo. Una racionalización creciente actualmente es la siguiente: “si estoy realmente molesto, está bien matar gente o herirla”. Este no es solamente el caso con personas como el mayor Hasan, sino también el de algunos de nuestros estudiantes de secundaria y de universidad, quienes, cuando se han sentido muy molestos o decepcionados, o realmente desalentados, han salido y han matado a algunas personas y luego a sí mismos. Ese tipo de violencia se ve como si nada, debido a la devaluación del cuerpo y al concepto de que lo que está en la mente lo justifica todo.
Sutilmente trabajada en nuestras vidas cotidianas
Y de manera más sutil, esta teoría puede verse en nuestras vidas cotidianas. Hay veces en las que las personas recurren a la Confesión y el sacerdote les dice: “bueno, eso no es realmente un pecado porque sé lo buena persona que eres. Conozco las buenas intenciones que tienes generalmente”. (Y esta es precisamente la razón por la que el concepto de conciencia es tan apelante para muchos, porque si tienes buenas intenciones, entonce no hay manera de cometer un pecado mortal, dado que las buenas intenciones desvanecen el significado de las acciones del cuerpo).
Así también la idea de la opción fundamental se ha abierto camino en las mentes de muchos hombres y mujeres, hasta el punto en que algunos dicen: “¡nadie me puede decir que no soy católico!”. Esto necesariamente significa que “ser católico” significa, al final, cualquier cosa. Aquí vemos el error que la mente y las intenciones de la persona han hecho en la búsqueda de la verdad.
Es realmente curioso –en el sentido de que es triste– que allá por los 70’s me hayan enseñado lo mismo que Awlaki enseña a su manera, incluso mientras hablamos. Pero el mundo tiene muchas formas de enseñar esta ruptura mente-cuerpo y tiene muchos más motivos para promoverla. Esto es algo sobre lo que deben ser conscientes los buenos católicos, los buenos musulmanes y la gente buena en cualquier lugar.
Gracias por leer esta columna, más teórica que de costumbre, y gracias por el bien que hacen. Mientras nos acercamos a la fiesta de Acción de Gracias, sepan que ¡agradezco todos los días por cada uno de ustedes: por cada hombre y mujer en esta diócesis y especialmente por nuestros sacerdotes!
¡Alabado sea Jesucristo!