(Esta comunicación fue enviada a todos los sacerdotes y diáconos de la Diócesis de Madison, igual que a los directores la oficina de alabanza y músicos de parroquia) Queridos amigos, La enseñanza clara del Consejo del Vaticano II sobre la presencia de Cristo en la misa ocurre de cuatro formas: la presencia más intensa sacramentalmente de Cristo es Su Presencia Real bajo las formas del pan y el vino; la segunda presencia más intensa sacramentalmente es Cristo en Su Palabra proclamada; la tercera presencia más intensa sacramentalmente es Cristo a través del sacerdote, quien es ordenado para actuar en la persona de Cristo; y la cuarta presencia más intensa sacramental está en la asamblea. La presencia de Cristo son todos importantes en estos cuatro lugares pero no todos son iguales en intensidad sacramental. Mala interpretación de las enseñanzas del consejoEn comunicaciones anteriores, les he escrito lo que el Papa Benedicto ha llamado discontinuidad hermenéutica, las varias malas interpretaciones de las enseñanzas del Consejo del Vaticano II, las cuales han ocurrido desde el consejo y por lo cual ahora necesitan ser corregidas. Después del Consejo, un énfasis excesivo se le dio a la presencia de Cristo en la asamblea, para que las otras formas de Cristo sea más intensamente sacramental presente sufrido por un cierto descuido. Evidencia de eso se ha dado a través del hábito, no usualmente en los Estados Unidos, de la práctica de tomar la Preciosa Sangre de Cristo consagrada, que quedó después de la misa, y votarla en un sagrario o en un lavadero. Evidencia de eso además se da con la necesidad vista universalmente entre los Obispos de los Estados Unidos de editar documentos afirmando y clarificando nuestra creencia de la Presencia Real de Cristo en las especies de la Eucaristía. Como lo he dicho repetidamente, todo lo que hacemos o lo que no hacemos en la liturgia Eucarística nos enseña. El Papa Benedicto nos llama recientemente a reflexionar acerca de la música que se canta durante la liturgia, y de hecho nuestra conferencia nacional de obispos va a considerar este asunto en nuestra próxima reunión en Noviembre. Música durante la MisaSurge la pregunta, si parte de la música cantada rutinariamente incorpora el énfasis excesivo incorrecto de la presencia de Cristo en la asamblea, así que la gente se confunde de la importancia de la intensidad sacramental de Su Presencia, especialmente bajo las formas del pan y el vino. Ciertas canciones me vienen a la mente donde las líricas me hacen pensar mucho. Por ejemplo: "estamos llamados, somos escogidos, somos Cristo para cada uno, somos una promesa, somos sembradores, somos semilla, somos una pregunta, somos un credo". El cantar esta canción repetidamente le enseña a la gente algo, tengo temor que sea algo que yo como Obispo no quisiera enseñarles, pero ciertamente necesitamos empezar un diálogo acerca de estos asuntos. Otro ejemplo del mismo problema sería las líricas del himno "Gather us in" donde aparentemente explicación sin final se le da a Dios acerca de quien somos, los que nos reunimos. El Papa Benedicto le ha dicho que la música de la Misa no es un acompañante extrínseco de la liturgia, pero es parte extrínseca de nuestra oración y adoración de acción de gracias al Señor. Las palabras de las canciones que cantamos deben de enfocarse en dar alabanza y adoración al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, más que darle explicaciones a Dios de nuestros asuntos o alabanzas para nosotros mismos. Cuando nos reunimos en la Eucaristía, nos reunimos como pecadores como lo enseña el bello prefacio Eucarístico: "Tu no necesitas de nuestra alabanza, pero nuestro deseo de agradecerte es en sí mismo Tu regalo. Nuestra oración de acción de gracias no le adhiere nada a Tu Grandeza, pero nos hace crecer en tu gracia, a través de Jesús nuestro Señor" Esa oración de la iglesia contiene la verdad acerca de la asamblea. Somos una asamblea donde Cristo está claramente presente, una asamblea bendita con este maravilloso regalo aunque seamos pecadores. La música que cantamos en la Misa debería de enseñarnos simplemente eso. Discusión abierta acerca de la música en la MisaHago éstas observaciones para abrir una discusión acerca de la música que cantamos en el Misa, en el contexto de mi segundo punto de enfoque desde mi llegada a Madison (las vocaciones han sido mi primer punto de enfoque), de liturgia y catequesis. Este es solo el principio de la discusión. En un futuro cercano estaré editando guías adicionales de música exclusiva para las confirmaciones (las cuales serán aplicadas para la próxima Pascua de Resurrección) y cualquier otro asunto litúrgico que tomemos como diócesis dependerá de la continua sabiduría que nos ofrece el Papa Benedicto acerca de la música litúrgica, de la sabiduría que recibimos de nuestras deliberaciones en la Conferencia Nacional de Obispos, y de las reflexiones que escucho de nuestros buenos sacerdotes y gente en los próximos días. Escribo esta presente comunicación con la esperanza que los párrocos y hermanos sacerdotes, diáconos y varios ministros litúrgicos en las parroquias empiecen a reflexionar y discutir éste particular asunto importante, para que la oración litúrgica de nuestra gente sea más integral con y más expresiva de espiritualidad y teología auténtica, y como resultado nuestros feligreses que oran serán más santos que lo ya somos. Debemos recordar que cuando oramos el "Santo, Santo, Santo", los ángeles y los santos están presentes con nosotros dando alabanza a la Trinidad. Los himnos que cantamos deberían de ser dignos de la participación de los ángeles y los santos. Muchas gracias por leer este artículo. Que Dios los bendiga y a sus seres queridos. ¡Bendito sea Jesucristo!
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