La Evangelización y la Justicia Social
La Administración y la Hospitalidad

		El Obispo: Un mensaje de fe Obispo William H. Bullock

El capturar el espíritu y la sabiduría de las personas santas es difícil, sin embargo Dios en su sabiduría nos provee con esos santos – esas mujeres y hombres santos con cuyos ejemplos nosotros vemos la respuesta de ellos al llamado de Dios para la santificación. El Bendito Juan XXIII es una de esas personas.

Llamados a la santidad

Debo admitir que siento una inmensa admiración, fascinación y devoción por el Bendito Juan XXIII. Él fue reconocido como un Papa corpulento y campesino, pero él en realidad era un hombre que sabía muy bien como promover la evangelización a las personas, como hacer que la iglesia vea la justicia social como un elemento constitutivo del Evangelio, enseñarnos como ser generosos administradores de la creación a través de sus escrituras y buen ejemplo y expresar cualidades de franqueza y visión.

Él sabía que la iglesia tenía que cambiar de una mentalidad de fortaleza a una iglesia de calor humano, de bienvenida y hospitalidad. Él pudo hacer esto sin comprometer a las enseñanzas y practicas de la iglesia.

Un Papa de esperanza

Déjenme compartir con ustedes algunos pensamientos que hizo este Papa de nuestro tiempo e historia, un hombre de visión, un hombre muy sereno y con un espíritu alegre anunció la esperanza a un mundo abrumado por tres guerras y una economía en depresión entre los años 1990 hasta el comienzo de su pontificado en 1958.

El Papa Juan XXIII, con frecuencia llamado “el buen Papa Juan”, sufrió una muerte por cáncer, escribió significativas encíclicas de paz (“Pacem in Terris”), y de justicia social (“Mater et Magistra”).

En cuatro años y medio él rescató la iglesia de lo que llamó la mentalidad de “fortaleza” que tenía durante 4 siglos y medio – esto fue muy necesario hacerlo debido a los ataques a la autoridad de la iglesia durante la Reformación Protestante

El coraje por el Concilio

El Papa Juan XXIII abrió a la iglesia de la fortaleza a un dialogo. Él fue un hombre de coraje. La iglesia de 1950 necesitó un concilio ecuménico; ¿Pudo él, a los 76 años, tener suficiente coraje para llamar a un concilio mundial – Vaticano II?

La respuesta fue sí. El Papa Juan XXIII, elegido por 49 cardenales en el otoño de 1958, anunció el 25 de enero de 1959 – la fiesta de la Conversión de San Pablo que él llamó un concilio ecuménico.

La noticia electrificó al mundo, sembrando nueva esperanza en los corazones del mundo cristiano. El Papa Juan XXIII quiso compartir su visión, mostrar los tesoros de la enseñanza, de la oración, del arte, de la espiritualidad, las becas y los estudios bíblicos de la iglesia a todo el mundo para que sepan su plenitud.

Él decía, “Nosotros queremos expandirnos; nosotros queremos llegar a ustedes; nosotros queremos, en este tiempo y momento de la historia, reconocer la bondad de la gente de todas las creencias y comenzar a ser uno solo en Cristo.”

El Bendito Juan XXIII quiso convertir el miedo persistente y la hostilidad entre las personas en un espacio de amor para los otros – convirtiéndolo en hospitalidad y bienvenida en Cristo. El no quiso anunciar esto de una fortaleza, sino ofrecerla de una manera no comprometida a través del dialogo.

Aggiornamento

“Aggiornamento”fue su palabra en el Concilio Vaticano II, una palabra que permitiría una nueva luz, una gracia, y un progreso en la vida de la iglesia. Esto ayudaría a revelar la verdad, la belleza, el pastoreado, la liturgia y sobre todo, la compasión de la iglesia hacia el mundo que ve.

Como cualquier concilio ecuménico, había algunos seguidores no contentos aquí y por allá, pero en lo básico la iglesia expuso a todo el mundo su bondad, su rica historia y su vitalidad.

Con “mentalidad de fortaleza de la iglesia” yo quiero decir lo siguiente: como iglesia, nosotros éramos la roca impenetrable, en las alturas de una montaña. “Venga a nosotros y les mostraremos nuestra fuerza, decíamos. Con “aggiornamento”, la iglesia daba la mas cordial bienvenida diciendo, “Llegamos a ustedes; dialogaremos con ustedes; en todos los niveles.

Nos invitó a continuar nuestro crecimiento

Juan XXIII fue un evangelista. El dejó que el Evangelio tuviera vida. Sus años nunca desanimaron su entusiasmo, su amor, su deseo intenso de llevar la nueva visión y esperanza a la iglesia y al mundo.

Siguiendo sus antecesores del siglo XX, Pío XII, Pío XI, Benito XV, y San Pío X, él escribió fuertemente sobre la justicia social y la buena administración. Él invitó a todo el mundo a convertir esas hostiles actitudes de desconfianza y miedo en diálogos honesto con todo el mundo.

Cardenal Dulles...

Alguna queja en nuestra generación es que la iglesia no “esta actualizada en el tiempo”como si tuviera que seguir las ultimas teorías y estilos. Como dice el Cardenal Avery Dulles, sería mejor preguntar si el mundo que no cree, se ha quedado todavía atrás de la visión revolucionaria que Cristo trajo a nuestra historia.

La fe no se ha dado a la iglesia como una posesión privada, dice el cardenal Dulles, sino como una verdad pública para ser pasada a otros.

El Cardenal Keeler

Haciendo eso, el Cardenal William Keeler de Baltimore nos recuerda que, “Las disculpas de algunos hoy con representaciones repetitivas que no se aplican – son rígidas, no aplicable y pertenecen a otra era. Debemos buscar la forma de trasmitir la iglesia perpetua y la tradición viva en su nueva forma y bajo nuevas circunstancias.

Yo personalmente estoy pidiendo la intercesión del Bendito Juan XXIII, para que él interceda por nosotros en nuestra Diócesis, para que así nosotros podamos ser verdaderos abogados y promotores de la evangelización, la justicia social, la administración y la hospitalidad en el 2002 y muchos años más.

Devoción al Bendito Juan XXIII

Cuando el Papa Juan XXIII fue beatificado, nuestros dos seminaristas en teología, Jay Poster y Brian Wilk, del seminario Juan XXIII en Boston, estuvieron presentes en la ceremonia en Roma con el Monseñor Paul Swain. En su regreso, Monseñor Swain me dio un símbolo del Bendito Juan XXIII que yo tengo en un lugar prominente en mi residencia.

Tengo una especial devoción al Bendito Juan XXIII como parte de mi propia responsabilidad al llamado de Dios para la santidad, y les recomiendo a ustedes que hagan lo mismo también.