Queridos amigos, Me encuentro de vacaciones pasando una placentera y agradable tarde estudiando la encíclica nueva de nuestro Santo Padre titulada Dios es Amor. Es uno de esos documentos que como obispo estaría obligado a leer y estudiar además de mis otras responsabilidades, y el hacerlo bajo las presiones de trabajo comunes podría ser una carga. Pero el poder hacerlo, en oración y con cuidado, el leer y reflexionar el texto con un panorama tan bello ha sido en realidad un gran regalo, como la primera encíclica del Papa Benedicto es en realidad un gran regalo para la Iglesia. Espero que cada uno de Uds. busquen la oportunidad de leerla y estudiarla - puede ser bajada del web site de la Conferencia de Obispos, www.usccb.org, o pueden pedir y comprar una copia en papel. Lo que me gustaría hacer es tocar lo que considero son los puntos principales de la encíclica- sería imposible capturar en forma de resumen la profundidad total del magnífico documento del Papa Benedicto. Él a veces exalta el documento con una magia poética de las escrituras de Juan Pablo el Grande pero además mantiene una claridad muy serena de quizás la mente teóloga más grande en el mundo. Dios amó tanto al mundoDesde mi punto de vista, la encíclica alcanza su cumbre cuando el Papa Benedicto habla de la prueba interna dentro de Dios mismo, con relación a nuestra salvación. Nosotros nunca podremos ganar o merecer nuestra salvación de acuerdo a cualquier estándar de justicia. Y así, Dios amó tanto al mundo que envió a su propio Hijo (Juan 3:16). Dentro de la Divinidad, amor y justicia disputadas, el amor gana sobre la justicia, mientras que a la misma vez la justicia estaba satisfecha. Esto solo pudo haber ocurrido a través del sufrimiento de Cristo y la muerte en la cruz, lo cual a la misma vez probó el amor de Dios de una forma indiscutible y además manifestó Su justicia -tan graves eran nuestros pecados que solo la muerte de Hijo único de Dios podría satisfacer en el orden de la justicia. La victoria de amor bajo la justicia con las demandas de justicia satisfecha - solo Dios podría trabajar a través del misterio de la Pascua de Resurrección del sufrimiento, muerte y resurrección de Su único Hijo. ¡Que amor tan poderoso es el amor de Dios hacia nosotros! Dos formas de amorEl Papa Benedicto nos recuerda de la distinción clásica entre el eros y el agape, las dos formas de amor en filosofía clásica. Eros se caracteriza como la pasión ascendente y agape como el desprendimiento descendente. Benedicto discute que el amor verdadero con el cual Dios amó el mundo debe exhibir ambos elementos y así debe ser nuestro amor humano, creado como si fuéramos imagen y semejanza de Dios. El descendiente de Dios en Cristo fue el último acto de amor: "amor más grande del que da su vida por sus amigos" (Juan 15:13) Pero el amor de Dios por su gente siempre ha sido un amor apasionado y celoso, con frecuencia reflejado en las escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento. Ágape sin eros sería un amor liberado y no es posible para nosotros en nuestra humanidad porque nunca puede suceder una separación de mente-cuerpo. Eros sin ágape es auto-destructivo e indisciplinado. Ya que el amor de Dios por nosotros involucra pasión (la pasión es una expresión de un sentimiento profunda igual que el sufrimiento de Cristo) el amor humano, al ser perfeccionado, debe de perder el elemento de pasión al crecer en la dimensión de agape, la iniciativa amorosa del desprendimiento descendente que Dios dirige a nosotros. La Fe y la razón van juntasBenedicto señala poderosamente que cómo no debe haber separación entre mente y cuerpo, no debería de haber separación entre la fe y la razón. La razón por sí misma puede descubrir muchas cosas, la existencia de Dios, la dignidad de cada ser humano, la verdad acerca del matrimonio como la unión de marido-mujer para siempre con la abertura a hijos. Benedicto pasa mucho tiempo señalando que la unión amorosa de marido y mujer es la reflexión más perfecta del amor entre Padre, Hijo y Espíritu Santo. Así, el matrimonio es en realidad una señal de la unión de Cristo con Su Iglesia. Benedicto ve la fe como la razón purificadora que permite que alcance su potencial máximo. La razón sin la fe está cerrada en una percepción limitada de la verdad acerca del universo la cual la razón busca. La fe sin razón no nos permite llenar la dinámica interna de la inteligencia humana. Fe y razón van juntas y como Benedicto lo dice tan bien, la fe purifica la razón. Relación entre Iglesia, EstadoBenedicto señala detalladamente, en su encíclica, la relación entre la Iglesia y el Estado y repite la enseñanza del Consejo Vaticano Segundo, el cual he repetido en muchas ocasiones, que el Estado nunca debería de forzar a nadie de practicar religión y nunca debería prevenir a nadie de practicar religión. Aparte de éste refreno, es el lugar apropiado del Estado de promover la religión porque la práctica de una religión auténtica proporciona auto control, y auto control entre la ciudadanía conduce a democracia, porque entre más grande sea el auto control, menor es la necesidad del control o interferencia del gobierno. Benedicto continua diciendo que la Iglesia como Cuerpo de Cristo, tiene la obligación y responsabilidad de practicar caridad en formas concretas. Él habla de cómo la Iglesia misma debería desarrollar programas para que la solidaridad y la justicia se vivan en toda la comunidad humana. El amor de Dios, el cual no podemos ver, debe de reflexionar en el amor del prójimo en la base la cual vamos a ser juzgados - "cuando tuve hambre, me diste de comer, cuando tenía sed, me diste de beber..." (Mateo 25:35) Y así mientras que Benedicto no usa el término, "iniciativas basadas en la fe", no puedo ver como alguien pueda sacar ninguna otra conclusión de este documento que esas iniciativas basadas en la fe son muy apropiadas y en orden, así como la Iglesia vive su misión al mundo in cooperación con la autoridad civil. Benedicto también señala que no se espera del Estado que proporcione completamente las necesidades de individuos hasta rendir actos innecesarios individuales de caridad. Benedicto no ve la Iglesia ni sus obispos ni sacerdotes tomando parte en posiciones políticas, él sí ve la Iglesia levantándose, viviendo, los principios de justicia y caridad los cuales no son una doctrina específica denominación católica, sino las demandas la cual la razón sugiere son necesarias para llevar el bien común. Importancia de ministeriosEn este contexto, el Papa Benedicto señala, casi por pasar, que el ministerio laico más auténtico es precisamente el ministerio de participación Católica responsable en la esfera católica para que demande de ambas justicia y caridad sean vividas por el Estado en colaboración con instituciones religiosas. Además, casi por pasar, Benedicto señala que la caridad es una de las tres misiones u oficinas de la Iglesia, las otras dos es el ministerio de la Palabra y el ministerio de los Sacramentos. Benedicto señala que mientras se ordenan sacerdotes y antológicamente cambian la celebración del ministerio de la Palabra y los Sacramentos, son los diáconos quienes están públicamente autorizados, señales de vida larga de la misión de la Iglesia u oficina de caridad. Así la presencia de los diáconos en la Iglesia local, no porque haya una escasez de sacerdotes, sino simplemente no toca el tema. La presencia de diáconos en la iglesia local es necesaria porque tanto como los sacerdotes son señales visibles al vivir la misión de la Iglesia y ministerio de la Palabra y Sacramento, los diáconos son la señal visible de la Iglesia al vivir su ministerio de caridad. Todos nosotros necesitamos estar claros con esta clarificación tan importante de la identidad del diácono al buscar crecer en apreciación el plan de los diáconos en la Iglesia. Ejemplificación de la verdad del amorPor último, nuestra Santa Madre de Dios es la persona humana que mejor da ejemplo de la verdad de amor como la unión de agape y eros. Ella fue la madre apasionada de la tristeza al permanecer al pie de la Cruz y así ella es la sirvienta del Señor completamente desinteresada, que vivió "que se haga conmigo", su fiat, de la mejor forma, y así llega a ser la más grande de los cristianos, el discípulo perfecto, la madre de todos los santos. Espero que estas reflexiones les brinden puntos importantes al meditar en oración cuando lean y estudien nuestra encíclica nueva, Dios es amor. Que Dios los bendiga a todos. ¡Bendito sea Jesucristo!
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