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Después del huracán Katrina
Queridos amigos,
La última vez que les hablé a través de ésta columna, nunca hubiera pensado que dentro de un período muy corto, la situación en Nueva Orleans, Louisiana, aquí mismo en los Estados Unidos, sería peor que la situación en Bagdad.
En Bagdad los actos de terrorismo son rutinarios pero la milicia de Irak y la fuerza multi-nacional están por lo menos dispuestos a actuar. Es verdaderamente increíble que la policía, cuerpo de bomberos, milicia y otras unidades de respuesta de emergencia sean ellas mismas víctimas y estén incapacitadas a actuar inmediatamente y que llegan a ser virtualmente imposibles.
Nosotros sentimos dolor con nuestros hermanos y hermanas de Louisiana, Mississippi, y Alabama, especialmente en Nueva Orleans, rogamos y hacemos lo que podemos para ayudarlos en su momento de catástrofe. Yo sé que la generosidad de nuestra gente de la Diócesis de Madison brillará a través de la colecta que les he pedido que se lleve a cabo en fin de semana del 4 de septiembre, lo mismo que las donaciones hechas a la Cruz Roja y otras vías apropiadas para ayudar a nuestros hermanos y hermanas. En anticipación a la respuesta de nuestra colecta, la Diócesis ya ha contribuido $100,000.00 de ayuda del desastre, y hemos reanudado nuestro compromiso de ocho años a FEMA de ofrecer espacio en el Centro Pastoral Obispo O'Connor de ayudar a aquellos que no tiene lugar para vivir.
Resistan la tentación de culpar a Dios
Estamos tentados en momentos como estos a culpar a Dios y la pregunta con frecuencia surge, "¿Por qué Dios permitió tal tragedia?" La misma pregunta que surgió durante la catástrofe del tsunami, y la misma pregunta que surge con nuestros hermanos y hermanas de Stoughton, que sufrieron una profunda perdida como resultado del tornado. Nuestros corazones y nuestras oraciones, por supuesto, están con ellos también.
Esta tentación de culpar a Dios no está asistida por la póliza tradicional de las compañías de seguros que llaman a tales actos como "actos de Dios". Por suerte la mayoría de las compañías de seguros por lo general hablan de estos desastres naturales precisamente como actos de la naturaleza y la terminología "acto de Dios" ha perdido mucho uso como es apropiado. Pero la tentación de culpar a Dios parece estar dentro de nosotros. Y así la historia del libro de Job llega a estar presente en nuestras mentes. En breve, el demonio convenció al Señor que le permitiera destruir todo lo que Job había pasado su vida construyendo para probar la fe de Job.
Primero, Satanás destruyó la propiedad de Job, y luego su castillo, y después sus hijos, dejando a Job pobre, con solo su esposa para consolarlo. Cuando él la buscó para consolarse, ella le dijo, "maldice a Dios y muérete" ese no fue el consuelo que Job esperaba. Y así él se dirigió a Señor y se rindió a la tentación de culpar al Señor. "¿ Cómo permitirle esto al Señor? Y Dios le contestó a Job en el torbellino diciendo, ¡Levántate como un hombre, yo te hago las preguntas y tu las contestas! ¿Dónde estabas cuando yo funde la tierra? ¿Dónde estabas cuando puse las estrellas en su lugar y sabía cuantas son en número? ¿Cómo hice para poner orillas del océano? Dime si lo sabes."
Job rápidamente comprendió la idea, sabiendo exactamente lo que Dios era y exactamente quién era él. Job deja de hacer preguntas y dijo: "yo he hecho preguntas más allá de mi comprensión y me arrepiento". La realidad maravillosa de que todo existe es el único misterio que se nos permite cuestionar: ¿por qué? La respuesta es un Dios que nos ama que siempre nos da lo que es bueno para nosotros, aún de lo malo. Es estar tentado a culpar a Dios, el preguntarse ¿porque Dios permitió esto?, solo muestra nuestra propia necesidad de ponernos a nosotros mismos en nuestro propios lugares en frente del misterio maravilloso de ser y de arrepentirnos.
Tomar en cuenta los subproductos del huracán
Hay tres subproductos de la catástrofe del huracán Katrina que tengo la necesidad de dirigir. Muchos tuvieron la oportunidad de escapar del desastre antes de que golpeara Katrina, el tener los medios para poner atención a los avisos para evacuar. Pero cuando vimos que algunos simplemente estaban atrapados, que no tenían los medios para hacer algo en su apuro, parecieran tener en común, en su mayoría, el ser pobre, ancianos y el ser afro americanos.
Hay algo verdaderamente malo con nuestro alcance en Estados Unidos cuando un grupo particular de gente, que ya por sí son víctimas en otras formas, y continúan siéndolo. Este problema no se puede dejar a los pies de cualesquier individuo específicos. Especialmente desde los días de Lyndon Johnson, cada administración presidencial ha tomado medidas al parecer para mejorar a muchos americanos, especialmente a aquellos que se arriesgan a no tener una red de seguridad cuando llegan los desastres.
Aquellos sin red de seguridad parecen, por lo general, a ser pobres, ancianos y afros americanos. Nuestra nación y todos nosotros como individuos necesitamos examinar nuestra conciencia acerca de esta horrible dimensión de una ya terrible catástrofe. Necesitamos elevar la educación mínima y forma de vida básica disponible a cada ser humano en Estados Unidos precisamente porque son humanos.
El segundo subproducto del huracán Katrina es su uso de ciertos políticos para atraer odio hacia el Presidente de los Estados Unidos. Se ha dicho que el huracán Katrina fue causa de las políticas del presidente Bush. También se ha dicho que el presidente Bush claramente no le importa la gente negra. La decadencia del presidente de los Estados Unidos empezó en serio cuando el presidente Clinton sirvió. Ambos republicanos y demócratas pueden compartir su propia cantidad de culpa por las políticas de destrucción personal que parece alcanzar alturas mayores.
Los políticos que aparentemente toman ventaja del huracán Katrina para aumentar el odio por el presidente de los Estados Unidos ciertamente no ayudan a ninguna de las víctimas del huracán Katrina, ni van a ayudar a reconstruir las vidas y propiedades, especialmente en Nueva Orleans y también en Louisiana, Alabama y Mississippi, y nuestro propio Stoughton. El mezclar el odio por el presidente de los Estados Unidos durante un desastre nacional no es una virtud cívica. Sin importar si es el presidente Clinton o el presidente Bush, el mezclar el odio cuando la naturaleza humana por instinto quiere expresar comunión y solidaridad con los hermanos y hermanas en realidad es imperdonable, porque introduce artificialmente un clima de odio cuando los seres humanos tienden naturalmente hacia la comunión y solidaridad.
El tercer subproducto es la arrogante negación de algunos, de la verdad de interdependencia. Al oír que Cuba había ofrecido asistencia, un periodista comentaba, "¿Cuba, ayudándonos a nosotros? Debemos en realidad de averiguar donde fracasamos" Nuestro querido país, humillado por las fuerzas de la naturaleza, humillados por aceptar cualquier asistencia que se nos ofrece, y humillados de confesar nuestra interdependencia con otros. La falta de aceptar esto puede invitar al Señor a que nos permita, por nuestro propio bien, a ser más humildes aún más severamente.
Rueguen por todas las víctimas de la tragedia
Para concluir, déjenme una vez más pedirles que recen por todas las víctimas de la tragedia, ya sea los del huracán Katrina o nuestros queridos hermanos y hermanas de Stoughton. Extendamos nuestra asistencia y con las bendiciones del Señor sobre nosotros. Y sigamos rezando y trabajando por curar la discriminación contra el pobre, contra el anciano, contra el afro americano y para el final de toda la discriminación racial. Y roguemos, trabajemos y en cuanto podamos, votar por el final de la política de odio personal.
Muchas gracias por leer este artículo. Que Dios los siga bendiciendo. ¡Bendito sea Jesucristo!
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