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20 de abril de 2006

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"Bajo el Libro del Evangelio"

Sacerdocio:
Responsabilidades de los sacerdotes y fieles laicos

Ilustración del Libro del Evangelio abierto por encima de la cabeza del Obispo

Bajo el Libro
del Evangelio


+ Obispo Robert
C Morlino

El siguiente texto fue editado de la homilía del Obispo Robert C Morlino en la Misa Crismal celebrada el 11 de abril en la Iglesia Santa María Goretti en Madison.

Sin ninguna sorpresa tengo tres puntos que tocar esta noche. El primero punto quiero dirigirlo hacia mis hermanos sacerdotes en esta celebración especial de nuestros hermanos sacerdotes donde la Iglesia les pide renovar su compromiso sacerdotal. El segundo punto será dirigido hacia los escogidos por Dios, los fieles, que están llamados al sacerdocio de todos los creyentes. Están llamados a ser sacerdotes del mundo. Y el tercer punto es la conclusión final.

Para Siempre Suyos: Sacerdocio de todos los creyentes

Tan solo ayer recibí una carta de un seminarista y nosotros tenemos los mejores seminaristas que hay, en realidad así es, pero no fue de uno de ellos. Cualquiera de ellos lo hubiera escrito; fue una gran carta. Nunca antes en mi vida había recibido una carta donde fuese firmada al final, "para siempre suyo", que significa por supuesto, para siempre de Cristo. Cuando pensamos en el sacerdocio de los ordenados y cuando pensamos en el sacerdocio de todos los creyentes, lo cual es muy diferente cuando se diferencian no solo en grado, también podemos resumirlo con esas palabras, para siempre Suyo.

Eso es exactamente lo que somos y estuve muy emocionado que ese seminarista no tiene ninguna crisis de identidad, que sabe exactamente quién es él, él es lo que nosotros somos, para siempre suyos. Y por eso quiero reflexionar en ese punto, primero en referencia a los sacerdotes y nuestros ministros ordenados como hermanos, así en esta primera parte voy a hablar con mis hermanos sacerdotes y los otros escuchan y luego en la segunda parte yo les hablaré a ustedes acerca de nuestro sacerdocio en común.

Tenemos dos líneas en las escrituras que nos ayudan a entender, "para siempre suyos", dos líneas por lo menos. La primera es de la segunda lectura, "todos los ojos lo verán, aún aquellos que lo hirieron". Y la segunda línea de la primera lectura: "todas las naciones nos tomarán en cuenta y nos conocerán como los benditos". Todas las naciones nos mirarán, nuestra comunión en Cristo en la Iglesia Católica. Todas las naciones nos mirarán y nos llamaran benditas. Así no es lo que parece hoy en día, pero eso es donde el Señor nos quiere y Él nos llevará ahí.

No podemos separar la Iglesia de Cristo

Todos los ojos lo mirarán, aún los que lo hirieron. Ahora el Papa Benedicto ha pasado mucho tiempo recientemente en sus audiencias de los miércoles repitiendo la enseñanza de la Iglesia Católica, la verdad, de que nunca podemos separar a la Iglesia de Cristo Jesús, nunca debe de haber un acuñe entre Jesús Cristo y su Cuerpo la Iglesia. El Espíritu Santo de Jesucristo es el alma de Su Iglesia. Así cuando decimos, "todos los ojos lo mirarán, verán a Jesucristo, aún aquellos que lo hirieron," estamos diciendo que todos los ojos verán que la Iglesia es el verdadero cuerpo de Cristo, aún aquellos ojos que buscan herir a la Iglesia.

Algunas veces, como sacerdotes somos humanos, cuando nuestra piel se lastima, sangra, estamos tentados a pensar que quizás Cristo y Su Iglesia no son absolutamente uno. Estamos tentados a tener dudas acerca de la Iglesia. Estamos heridos por las cosas que pasan en la Iglesia y decimos que Jesucristo no lo quisiera de esta forma. ¿Cómo puede pasar esto en la Iglesia, a Jesús no le gustaría así? Estamos tentados a hacer esa pregunta, pero no podemos hacer esa pregunta. Todos los ojos lo mirarán presente en Su Iglesia, aún los ojos de los que lo hirieron. Esa es la promesa del Señor al final de la historia. No solo verán a Cristo en Su cuerpo glorificado y resucitado como la verdad pero todos los ojos verán a nuestra Iglesia como la verdad, al final, aún a aquellos que lo hirieron.

Esta noche celebramos nuestra responsabilidad, su responsabilidad mis hermanos y la mía, para guiarnos a ese punto, donde todos los ojos lo mirarán, a Jesús, presente en la Iglesia, presente en nuestro ministerio, aún a aquellos que lo hirieron. Y ustedes están llamados, hermanos sacerdotes, a renovar sus promesas conmigo esta noche, para enseñar, gobernar y para santificar.

Algunas veces, aún nuestra gente quiere que dudemos de la verdad de la enseñanza de la Iglesia; así es nuestra cultura, quiere que dudemos. Pero al final, todos los ojos lo verán presente en la Iglesia, aún a aquellos que lo hirieron. Así que cuando ustedes y yo enseñamos, no dudemos de la enseñanza de la Iglesia. Somos una columna de fortaleza para nuestra gente que en nuestra cultura es muy secular, y está tentada a dudar de la enseñanza de la Iglesia. Somos una columna de fe por la gracia de Nuestras Santas Órdenes, que es lo que, enseñamos como columnas de fe sabiendo que no hay separación entre lo que la Iglesia enseña y lo que Cristo enseña.

Oficina para construir unidad

Nosotros gobernamos y la oficina que gobierna la Iglesia no es una oficina autoritaria, es una oficina para construir unidad. Eso es lo que gobernar significa, estamos supuestos a construir unidad. Pero la unidad significa una comunión de mentes y una comunión de corazones. Entonces, ¿cómo construimos unidad? Aunque no se lo merezca el Papa Benedicto, y aunque yo no me lo merezca, el construir unidad es construir unidad con el Papa Benedicto y conmigo. Nuestra fe es tan simple. ¿Desearía yo estar en esta posición, imagine yo desde la eternidad el estar en esta posición? Por supuesto que no. Pero yo acepto mi responsabilidad y el construir unidad es construir unidad con el Papa Benedicto y conmigo, y a veces estamos tentados a no hacer eso; a veces estamos tentados a seguir a cierta gente que por alguna razón no quiere eso.

Estas no son tiempos fáciles para nuestra Iglesia, yo sé eso. Pero no debe haber división entre el cuerpo de Cristo la Iglesia y Jesús mismo. Así para construir unidad en la Iglesia es construir unidad visible con el Santo Padre y conmigo. Así llegamos al punto, donde todos los ojos lo mirarán a Él, aún aquellos que lo hirieron.

Celebrar la liturgia con devoción sincera

La tercera cosa a la que estamos llamados, como hermanos sacerdotes, es santificar. Ustedes van a renovar sus promesas luego para celebrar la liturgia con devoción sincera; eso es santificar. Y que significa eso, ¿de devoción sincera? Eso significa, como mínimo, como lo he dicho antes, con el Papa Benedicto, conmigo y ustedes damos a la gente de Dios la liturgia de la Iglesia la cual tienen derecho. Nosotros les damos lo que esta en el libro. Si a veces algunos de ellos quieren otra cosa, entonces les damos una explicación del por qué no es buena idea. Lo explicamos con una sonrisa y con amor.

Nuestra oficina de santificación está orientada hacia ese día, cuando todos los ojos lo verán a Él, en la Iglesia y en Su cuerpo resucitado, aún aquellos que lo hirieron. Así enseñamos, gobernamos y santificamos para que la gente de Dios llegue a ser santa en la verdad y el amor. Cuando la gente de Dios llegue a ser santa en la verdad y el amor, entonces todas las naciones nos mirarán, como lo dice la primera lectura, y nos conocerán como benditos. Hasta que lleguemos a ser totalmente uno en el cuerpo de Cristo, como hermanos sacerdotes, enseñando, gobernando y santificando, todas las naciones no nos verán como benditas, ellos nos verán como otra cosa. Ese fue el primer punto.

Misión de laicos: construir una sociedad justa

Al enseñar ustedes y yo, hermanos sacerdotes, al enseñar a nuestra gente amada aquí, cuyos representantes están aquí esta noche, ¿qué les enseñamos? ¿A qué nos llama el Consejo del Segundo Vaticano a enseñarle a la gente de Dios? La gente de Dios tiene una misión en la Iglesia; esta es la base del Vaticano II, una misión para producir una sociedad justa y un estado justo, que es justicia en el mundo.

¿Qué fue lo que recientemente dijo el Papa Benedicto en la encíclica Deus Caritas Est tan claro que casi no pude creer lo claro que es? La Justicia en la sociedad civil y en el estado es la realización de la política, no de la Iglesia. Una sociedad justa es la realización, el producto de la política, no de la Iglesia. Y luego continua diciendo, la acción directa por la causa de la justicia es la contribución especial de los fieles laicos, ustedes.

Así, cuando ustedes nos ayudan enseñando clases de educación religiosa o en las escuelas, cuando nos asisten para la distribución de la comunión, cuando nos asisten a darle la bienvenida a los feligreses, cantan en el coro ( Dr. Gorman, siempre es muy impresionante cuando tenemos ayuda del coro diocesano para rezar, siempre magnífico) cuando ustedes nos han ayudado fuera de la Iglesia, necesitamos esa ayuda y la apreciamos mucho. Pero vamos a ser reconocidos como el Cuerpo de Cristo, todos los ojos lo mirarán, aún aquellos que lo hirieron, cuando como gente laica, entran en la esfera política y declaran su voto responsablemente, de acuerdo a la conciencia católica y no ninguna otra. Cuando votan responsablemente y cuando algunos de ustedes participan al ser electos a una oficina. Esa es la cumbre de la misión laica en la Iglesia, la cosa más grande que ustedes pueden hacer como laicos es entrar en el proceso político para producir un estado justo y una sociedad justa.

Cuando tenemos que reunirnos, por ejemplo, para proteger el matrimonio, no estamos en contra de ningún individuo, no estamos en contra de ningún grupo. Pero cuando nos reunimos para proteger el matrimonio, esa es la misión laica de la iglesia. No es un estado mental que necesita ser comprometido.

La enseñanza de la Iglesia es clara, la misión laica es clara, no hay que discutir nada, marchamos juntos, nosotros hacemos la misión laica de la Iglesia, ese es su sacerdocio. Mis hermanos sacerdotes y yo estamos llamados a enseñar, gobernar y santificar, y ustedes están llamados a dirigir la acción para contribuir a una sociedad justa, a un estado justo a través de la política, ese es su sacerdocio. Por lo tanto, nosotros tenemos nuestro sacerdocio, ese es el primer punto, y ustedes tienen es de ustedes, ese es el segundo punto. Y el de ustedes tiene que ver con la política, con voto y activismo responsable en el proceso político como oficiales elegidos o asignados. Así es como el Reino de Dios, el Reino de Justicia se construye. La gente sacerdotal de Dios, construye un mundo justo a través de la participación responsable del proceso político. Ustedes tienen su sacerdocio y nosotros el de nosotros.

Recen por el regalo de gozo

El último punto, esta noche mis hermanos sacerdotes están llamados por la Iglesia a renovar sus promesas sacerdotales, en unos pocos minutos. La primera promesa es interesante. Es una promesa de gozo para llevar a cabo su ministerio, como si ustedes y yo podamos convocar suficiente voluntad para estar siempre gozosos todo el tiempo. No podemos. Pero esa promesa no es una promesa para estar gozosos, sea lo que sea, por nuestra voluntad, pero es una promesa de rogar por el regalo del gozo. El gozo es un regalo y es un regalo fundamental para el sacerdocio.

Hay muchos problemas en el sacerdocio; todos lo sabemos, hay muchos retos, muchas luchas pero el sacerdocio se caracteriza por el regalo del gozo. El regalo del gozo es parte de la gracia de las Órdenes, queridos hermanos, y si ustedes demandan la gracia que recibieron cuando se les coloco las manos sobre ustedes, entonces tendrán gozo.

Celebren con devoción

La segunda promesa, a la que me referí antes, tiene que ver con la celebración de la liturgia con devoción sincera. Si ustedes prometen celebrar la liturgia con devoción sincera, tengo que ser honesto, ustedes prometen seguir la Palabra, porque la Palabra es el principio de una devoción sincera. El Papa Benedicto, en los dos últimos documentos de la Iglesia, quiere que le demos a la gente los ritos litúrgicos de la Iglesia al cual tienen derecho. Si ustedes se van a ponerse de pie y prometer hacer eso hoy, entonces pongámonos de pie y prometamos. La gente quiere eso, la gente se lo merece y ustedes no quieren nada más que lo que sea lo mejor para ellos.

Ustedes deberían de estar todos muy contentos que todos estos sacerdotes piensen de esa forma, eso es todo lo que quieren, el amarlos, a través de la Palabra, los sacramentos, y a través de la caridad. No quieren nada más, solo lo que es bueno para ustedes.

Al continuar nuestra oración esta noche, vemos los aceites, una de las formas en que los sacerdotes los ama, a través de los sacramentos. Sean agradecidos con Dios en el fondo de su corazón con cada uno de estos sacerdotes y recen para que haya una armada maravillosa de gente joven que los siga. Al empezar a pedirle a nuestros sacerdotes que renueven su compromiso sacerdotal, ¿por qué no se unen a mí al expresar su apoyo por esa renovación al expresar su amor por ellos?

(Aplausos)

No creo que haya ninguna duda que ustedes son apreciados.

¡Bendito sea Jesucristo!


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