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9 de junio de 2005

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en Español:

"Bajo el Libro del Evangelio"

Llamado de amistad con Cristo

Ilustración del Libro del Evangelio abierto por encima de la cabeza del Obispo
Bajo el Libro
del Evangelio

+ Obispo Robert
C Morlino

Queridos amigos,

Desde la última vez que les escribí el Señor me ha bendecido con dos privilegios el cual considero verdaderamente importante: una visita a Roma y al Vaticano, y el regalo de conferir los sacramentos de Las Santas Ordenes a nuestros dos nuevos sacerdotes el padre Michael Radowicz y el padre Eric Sternberg.

La visita a Roma era la que tenía planeada en noviembre del año pasado pero claramente tuve que posponerla a causa de la recuperación de mi cirugía. Había varios temas de negocios diocesanos a los cuales les quería dar atención, uno en particular. Pero hubo dos momentos muy importantes durante mi visita a Roma por la cual quiero contarles.

La Visita a la tumba

Estuve maravillado al ver la multitud de turistas en Roma, muchos americanos, y como se pudo haber previsto muchos alemanes. Los grupos turistas eran tan grandes que muchos días el solo caminar por las aceras era un reto porque no había mucho espacio para otra persona más.

Pero me sorprendió cuando fui testigo del porcentaje tan alto de esa multitud que había venido a visitar la tumba del Papa Juan Pablo el Grande. Las filas para pasar a ver la tumba debían haber sido por lo menos de diez filas de personas y se extendía a lo largo de la basílica de San Pedro. Y luego había que hacer una sola fila para bajar las escaleras a la gruta debajo de la basílica donde los Papas están sepultados, un piso por encima del lugar sagrado donde los huesos de San Pedro reposan.

Una vez abajo en la gruta la fila se expandía de por lo menos ocho filas, y desafortunadamente había tanta gente, que generalmente a los individuos no se les permitía parar para rezar- había dos guardianes tratando de que la gente se moviera rápidamente. A una distancia muy cerca de la tumba había una área pequeña reservada, fuera de la fila de trafico, para aquellos que quisieran detenerse a rezar por un rato más. Yo quería pasar un rato ahí, y me encontré en medio de cómo 20 personas y por supuesto que ese grupo estaba constantemente cambiando cuando alguien se iba y otros se unían. Las caras de gran mayoría de la gente estaban llenas de fe. La mayoría pausaban momentáneamente, se bendecían o se inclinaban o asían la genuflexión o dejaban regalos o tarjetas o flores en la tumba.

La gente rodeó a Juan Pablo en su muerte como lo hicieron en su vida. Su ministerio une a todo el mundo, como sucedió milagrosamente en su funeral, continúa claramente durante el día en la Plaza de San Pedro en Roma. Muchos dicen que éste es el primer milagro público que se le atribuye a Juan Pablo el Grande en el proceso de canonización empezado por el papa Benedicto XVI.

El Papa Benedicto XVI

La tristeza de las grutas del Vaticano especialmente la tumba de Juan Pablo el Grande no es el fin de mi historia en Roma. De nuevo muchos dicen que su segundo milagro público tomó la forma de su intersección ante Jesucristo por la elección por el Colegio de Cardenales del Papa Benedicto XVI. Muchos dicen que es un milagro porque los medios de comunicación en varias circunstancias habían captado al Cardenal Joseph Ratzinger con una sombra negativa que se había pensado imposible su elección como Papa. Pero las tristezas de las grutas y cerca de la tumba dan una realización que Juan Pablo el Grande está intercediendo por la Iglesia y por el mundo en el cielo, y el gozo de esa realización llena los corazones de aquellos que llegan a dar el pésame cuando ellos sienten la presencia del Papa Benedicto XVI.

Yo tuve el privilegio de asistir a la audiencia general del miércoles del Papa Benedicto XVI donde él dio una reflexión maravillosa, como siempre lo hace, y luego continuamos con la tradición donde el Papa saluda a los obispos presentes individualmente. Pero fue diferente. Porque el Papa siempre tiene que saludar a tanta gente individualmente en la audiencia general, que los Obispos saben que tienen que saludar rápidamente luego de ser saludados por el Papa, comúnmente solo desearle lo mejor, con promesas de oraciones y pidiéndole las de él.

El Papa me sorprendió y a los otros obispos al tomar nuestras manos entre las suyas y conversar con nosotros por lo menos por cinco minutos. La mayoría de los Obispos encontraron el intercambio valioso aún en su brevedad. Parece que el Papa Benedicto ha decido enfocar mucho de su tiempo a los Obispos, por lo que le deja menos tiempo para saludar a las otros personas ya que el todavía tiene un día lleno de responsabilidades en ese miércoles de audiencia general. Cada uno de nosotros los Obispos estábamos muy emocionados con la oportunidad de tener ese intercambio con el Papa Benedicto.

Al final de nuestros comentarios compartidos Él nos pidió por nuestras oraciones, las de ustedes y las mías, y yo le prometí nuestras oraciones leales y calurosas y le pedí las de él y por su bendición para nuestra diócesis la que impartió complacido. Yo he tenido contacto con él en otras ocasiones, y como muchos otros les tengo que decir que creo que se ve más joven, se ve con más energía y continúa sonriendo y radiante aún más que en otras ocasiones. Él es un pastor maravilloso, gentil y caluroso de toda la iglesia. No pareciera que la tristeza de aquellos que lamentan la muerte de Papa Juan Pablo el Grande sea muy extensa porque rápidamente ceden al gozo de la Resurrección al dar gracias a Dios por la vida eterna en Cristo por la cual Juan Pablo el Grande ha recibido, y por el gran Papa Benedicto XVI lo cual nosotros como la Iglesia e hijos de Dios recibimos.

Amistad con Cristo

El papa Benedicto XVI regresa frecuentemente al tema de nuestro llamado a la amistad con Cristo, como lo he notado previamente en esta columna. Claro que Cristo le dijo a sus discípulos de una forma particular, y dice hoy en día a sus Obispos y sacerdotes, "ya no les llamo sirvientes, sino les llamo amigos." Que gozo para nuestra diócesis. Que privilegio para mí como obispo el recibir de Cristo dos amigos nuevos especiales de Él y de nosotros, el padre Eric Sternberg y el padre Michael Radowicz. Yo espero y ruego que con ellos y todos mis hermanos sacerdotes, pueda fielmente cumplir con mis responsabilidades de ser llamado a ser un amigo especial de Jesucristo.

Los amigos están completamente abiertos el uno para el otro. Especialmente para el sacerdote, la amistad con Cristo representa la franqueza de Su presencia en nuestras vidas especialmente a través de la Eucaristía. La amistad con Cristo significa celebración diaria de la Eucaristía, sin perderse le oportunidad de estar unido místicamente con Cristo como uno en la persona de Cristo ofreciendo el sacrificio de la Misa, haciendo presente uno y otra vez el gran acto de alabanza y sacrificio que se llevó a cabo en el Monte Calvario, haciendo presente el gran acto de alabanza que es el fruto de los ángeles y santos en el cielo. Para los sacerdotes especialmente, la abertura a Cristo no es una abstracción; es algo concreto; significa el recibir su presencia Eucarística en nuestras vidas cada día en la Misa y por la Adoración Eucarística.

La abertura a Cristo significa la abertura a nuestros seres humanos en solidaridad. En nuestro país y en nuestra cultura la dictadura del relativismo, como el Papa Benedicto lo nota, tienda a aislarnos de cada uno. Después de todo cada uno de nosotros es la fuente de su propia verdad, sería difícil llamar a eso "comunidad" y no "aislamiento". Este aislamiento contribuye a divisiones increíbles de muchas cosas que ocurren en nuestro país y aún en la Iglesia.

La verdad objetiva de nuestra humanidad que es la ley natural moral de ninguna manera acorta nuestra libertad. Lo que hace es definir los márgenes dentro de cada uno de nosotros debe de vivir para que la libertad pueda en realidad ser compartida en comunidad y no ser una fuente de división y aislamiento. La ley moral natural, la ley de la razón, nunca es el enemigo de la libertad sino su fundación como lo ha dicho el Papa Benedicto XVI. Y por lo tanto es muy importante para nosotros los sacerdotes firmemente pero además calurosamente y con gentileza el enseñar la verdad objetiva de Jesucristo y de Su Iglesia. Este es nuestra forma mayor de construir la solidaridad humana que significa la abertura de otros.

Libertad en la comunidad

Asimismo las leyes y disciplinas litúrgicas de la Iglesia se nos han dado para que nosotros podamos vivir nuestra libertad en comunidad como compartida. El regalo de la libertad nunca representó el animar a los sacerdotes hacia las innovaciones litúrgicas que son en gran parte personales. El sacerdote no está llamado a ser un innovador litúrgico ni cada persona humana está llamada a ser la fuente de su propia verdad. Más bien las leyes y disciplinas litúrgicas de la Iglesia ponen los límites dentro de las funciones del sacerdote para que la libertad de todos al alabar de acuerdo con la mente de Cristo y la Iglesia pueda ser vivida y respetada.

La ley litúrgica nunca es un enemigo de la libertad de un sacerdote individual, pero más bien es la base del vivir su libertad como el líder de la comunidad que alaba con respeto completo de su libertad y los derechos de sus hermanos y hermanas que el guía. La abertura se interesa por la solidaridad. La solidaridad se interesa por la libertad auténtica. La libertad auténtica construye comunión y no promueve división ni aislamiento. La abertura de la amistad es ciertamente un llamado maravilloso para nosotros los sacerdotes.

Y por último la abertura de la amistad representa que ninguno con necesidad de cuidado pastoral deba de ser excluído. Cuando nosotros enseñamos la verdad de Cristo con amor, servimos con respeto cariñoso no solo a nuestros hermanos y hermanas que comparten nuestra fe sino a cada persona humana, sin importar si nos simpatizan o no, si están en la verdad con nosotros o de hecho en error. El hecho que alguien esté en error nunca nos excusa de no amar a esa persona y tratarlo con el respeto que se debe a cada persona, el respeto que se debe a cada persona por el cual Jesucristo murió.

La abertura a la amistad con Cristo significa que nosotros somos personas que incluimos a todos en el mundo como Sus sacerdotes. Nuestra comunión da la bienvenida no solo a cada ser humano sino más bien nos trae más cerca de los ángeles y santos en el cielo y las almas en purgatorio también, cuando ofrecemos la liturgia Eucarística. La abertura del sacerdote lo hace uno con comunidad última lo une el cielo, purgatorio y la tierra místicamente en el altar.

El sacerdote es un amigo especial de Cristo y la amistad representa la abertura. Que regalo tan maravilloso que la ha llegado al padre Michael Radowicz y el padre Eric Sternberg recientemente y que regalo tan maravilloso es el sacerdocio para todos los sacerdotes y para nuestra Iglesia. ¡Que regalo tan maravilloso! ¡Que gracia tan maravillosa!

Muchas gracias por leer este artículo. Y que Dios los bendiga y a sus seres queridos al entrar al verano. Por favor recen conmigo por todos los sacerdotes, especialmente por el padre Michael y el padre Eric.

¡Bendito sea Jesucristo!


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